El tratamiento idóneo para combatir la alergia es evitar el alérgeno (sustancia que provoca la alergia), si bien, esto sólo es factible en determinadas alergias (como las alimentarias), en otras, como la alergia al polen,  no es posible y se deben recurrir a la vacunación o inmunoterapia. El tratamiento de la alergia globalmente incluye control de los factores ambientales, fármacos para disminuir los síntomas, educación del paciente e inmunoterapia en los casos en los que se considere indicado.

Las vacunas para la alergia, conocida médicamente como inmunoterapia, consisten en la administración de pequeñas cantidades de alérgeno de forma creciente a un paciente con el objetivo de “insensibilizarlo” a esa sustancia, es decir, disminuir el número de síntomas de forma que su alergia mejore o desaparezca.

Antes de indicar una inmunoterapia el alergólogo debe hacer un estudio del tipo de alergia del paciente con el fin de identificar el alérgeno y la indicación de la vacuna.

Respecto a las edades en las que es aconsejable iniciar este tratamiento no hay una recomendación clara, en principio, se puede iniciar a cualquier edad (de niños a personas ancianas) y debe ser el alergólogo quien lo establezca en cada caso valorando diversos factores.

La inmunoterapia se puede administrar de forma subcutánea (inyecciones) o de forma sublingual (bajo la lengua).

Antes de iniciar la inmunoterapia el paciente ha de conocer que la duración del tratamiento es larga y que los resultados, en términos de alivio de los síntomas, tardan en aparecer.

La inmunoterapia consta de dos fases

  • Una primera fase de iniciación en la cual durante varias semanas seguidas (cada 7-10 días) se van administrando cantidades progresivas cada vez mayores del alérgeno.
  • Una segunda fase de mantenimiento en la cual las dosis de alérgeno máximas alcanzadas se administran de forma más espaciada. El tratamiento de mantenimiento suele alargarse de 3- 5 años, la decisión de interrumpirlo se valorará de forma individual, ya que parece que el éxito del tratamiento está relacionado con la duración de la inmunoterapia. Es en esta fase donde suele notarse la mejoría.

La inmunoterapia se debe administrar bajo la supervisión de un médico, el paciente debe estar informado de las posibles reacciones tras su administración, que puede ser locales (inflamación de la zona) o mucho menos frecuentes sistémicas (síntomas generales respiratorios, cutáneos, etc). Por este motivo tras la inyección de la vacuna el paciente debe permanecer en reposo en el centro médico donde se le administre durante 30 minutos hasta comprobar que no hay ningún riesgo.

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