El shock séptico es una situación médica en la cual los órganos y tejidos del organismo no reciben un aporte suficiente de oxígeno y nutrientes, lo que conlleva a una muerte progresiva de las células y un fallo en la función de los diferentes órganos que puede abocar a la muerte.

Esta falta de aporte se produce básicamente debido a que la cantidad de sangre que llega a los tejidos es insuficiente por un mal funcionamiento del corazón (shock cardiogénico), por una pérdida de líquidos corporales (shock hipovolémico) o por una infección grave (shock séptico). Así, el shock séptico es un tipo de shock que se produce como resultado de una respuesta inflamatoria generalizada del organismo debido a una infección.

¿Cómo se produce?

Habitualmente cuando se produce una infección microbiana del organismo el sistema inmunitario es capaz de controlarla y que quede localizada. Sin embargo, en algunos casos, las defensas no pueden combatir la infección de forma eficaz y/o los microorganismos eliminan unas toxinas se ponen en marcha una serie de mecanismos que provocan una inflamación generalizada produciendo un shock séptico.

Estos mecanismos, que son complejos, producen una alteración en diferentes órganos como el hígado, el riñón y el pulmón y alteran el funcionamiento de la coagulación de la sangre y del sistema cardiovascular.  Es más frecuente que el shock séptico aparezca en pacientes con el sistema inmunitario alterado como los bebés, los ancianos o las personas con inmunodepresión (como los enfermos crónicos).

Las bacterias son los principales microorganismos que causan shock séptico; también puede deberse a infecciones por hongos. La infección inicial a partir de la cual se produce una reacción generalizada puede estar localizada a nivel respiratorio-pulmonar, génito-urinario, abdominal, piel y tejidos o ginecológico, entre otros.

Síntomas

El desarrollo de una infección generalizada da lugar a una serie de alteraciones del organismo que se reflejan en síntomas como:

  • Respiración rápida.
  • Palpitaciones por aumento de la frecuencia cardiaca.
  • Confusión y mareos por alteración del nivel de conciencia.
  • Cambios en la temperatura y coloración de la piel.
  • Fiebre.
  • Debilidad generalizada y malestar por disminución de la presión arterial.
  • Disminución de la diuresis.

Diagnóstico

El diagnóstico se basa en la historia clínica y los signos que el paciente presenta y que incluyen:

  • Frecuencia cardiaca alta: taquicardia.
  • Frecuencia respiratoria alta: taquipnea.
  • Hipotensión arterial.
  • Oliguria: disminución del volumen de orina emitido.
  • Fiebre.

El examen físico permite detectar estas alteraciones y el interrogatorio médico averiguar las posibles causas de shock.

Otras exploraciones complementarias útiles que deben realizarse para el diagnóstico incluyen:

  • Analítica (hemograma y bioquímica) que permite determinar la existencia de infección y si existe afectación de otros órganos como el riñón, el hígado o la coagulación debido a la infección.
  • Pruebas de coagulación sanguínea, en el shock séptico pueden estar alteradas.
  • Gasometría arterial: mostrará el grado de oxigenación de la sangre y la falta de oxigenación de los tejidos.
  • Cultivos microbiológicos. Se obtienen muestras de sangre (hemocultivo), orina (urinocultivo), secreciones respiratorias o de aquellos focos que se sospeche como origen de la infección para detectar las bacterias responsables y dar un antibiótico específico.
  • Pruebas de imagen como ecografías, TAC (tomografía axial computerizada) y RM (resonancia magnética) para identificar el foco de la infección: colección de pus en el abdomen, neumonía, infección de los riñones (pielonefritis), etc.

Tratamiento del shock séptico

La precocidad en el tratamiento es fundamental para mejorar el pronóstico y la resolución del shock séptico. Es una enfermedad que requiere atención hospitalaria urgente. El tratamiento se basa en la instauración de antibióticos, aporte de líquidos y fármacos para mantener la presión arterial.

  • Reposición de volumen mediante la administración de fluidos por vía intravenosa. Se pueden administrar soluciones líquidas tipo cristaloides o coloides.
  • En ocasiones el aporte de líquidos no es suficiente para mantener una presión arterial adecuada que permita que la sangre llegue a los tejidos y es necesario además el uso de otros fármacos por vía intravenosa. Los más utilizados son la dopamina y la norepinefrina.
  • Tratamiento antimicrobiano: se administran antibióticos o antifúngicos dirigidos a combatir la infección.
  • Tratamiento específico de la causa como, por ejemplo, drenaje de una colección de pus.
  • Tratamientos de las complicaciones del shock: trastornos de la coagulación sanguínea, fallo en el funcionamiento del riñón que puede requerir diálisis o del pulmón que precise que el paciente necesite un aparato (ventilador) para respirar.

Otras medidas denominadas de soporte van dirigidas a mantener las constantes vitales del paciente y controlar la evolución del shock:

  • Administración de oxígeno.
  • Control de las constantes: presión arterial, frecuencia cardíaca, frecuencia respiratoria y saturación de oxígeno. Para ello se utilizan aparatos específicos denominados monitores.
  • Control de la diuresis. Uno de los indicadores de que el paciente está recuperándose y el aporte de líquidos es adecuado es la recuperación de la emisión de orina. Requiere la colocación de una sonda vesical.

Medidas preventivas

Hay que tener en cuenta que es una situación médica que se instaura de forma rápida y que puede tener consecuencias muy graves, por tanto, siempre es una emergencia médica que requiere atención urgente. El tratamiento correcto con antibióticos de una infección inicial puede evitar el desarrollo del shock séptico.

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Dra. Eva Ormaechea Alegre
Especialista en Medicina Intensiva
Medico consultor de Advance Medical