Entendemos por mitomanía (también llamada pseudología fantástica o simplemente mentirosos compulsivos) la tendencia reiterada a mentir de forma consciente y en hechos difícilmente demostrables. La persona que miente no obtiene una ganancia directa de la mentira (por ejemplo, económica, como sería el caso de los estafadores), sino que tiene que ver con algo más instintivo, difícilmente evitable y que tiene como función construir una identidad atractiva a ojos de los demás, para así suscitar atención o sentimientos de admiración.

La sociedad rechaza la mentira. Desde niños se nos enseña a evitarla, por ejemplo, con cuentos como “Pedro y el lobo” o “Pinocho” y de adultos se nos recuerda a través del refranero popular (“la mentira tiene las patas muy cortas” o “se pilla antes a un mentiroso que a un cojo”). Sin embargo, la mentira existe en nuestro día a día, en mayor o menor grado y con más o menos consecuencias. ¿Puede convertirse en algo patológico?

¿La mitomanía es un trastorno psicológico?

La mitomanía no es una patología codificada oficialmente en sí misma . La mentira es un síntoma de que hay algo que no va bien en la persona y puede encontrarse en toda una serie de trastornos psicológicos (trastorno facticio, trastorno antisocial de la personalidad, demencias, trastorno límite de la personalidad, ludopatía u otras adicciones…). Según qué función tenga puede ser un indicador de un diagnóstico u otro.
Es importante matizar que mitomanía también puede aludir a la tendencia a idolatrar a una persona o cosa, aunque aquí nos centraremos en la acepción relacionada con la mentira.

¿Cómo se comporta un mitómano?

La mentira tiene que ver con problemas de autoestima o necesidades relacionales básicas mal gestionadas. La forma más habitual consiste en que el mitómano relate algo inventado a alguien, que lo deje en una buena posición y recibir así el reconocimiento inmediato de su interlocutor. Esto, al menos inicialmente, refuerza la autoestima del mitómano y también la relación.
También se puede utilizar la mentira como una manera de evitar algo desagradable, por ejemplo, una reprimenda por alguna falta o incumplimiento de alguna responsabilidad. El mitómano siente un malestar en esa situación y utiliza la mentira como una salida. Al rebajarse dicho malestar, se retroalimenta la mentira, que vuelve a repetirse cuando aparece alguna nueva situación difícil.

Ejemplo: A llega tarde a una cita con B. B está enfadado por la espera. A se excusa diciendo que justo cuando estaba llegando le han atacado unos peligrosos asaltantes, a los que ha reducido gracias a que aprendió un arte marcial poco conocido en su juventud. B deja de estar enfadado y pasa a estar fascinado por su valentía o a cuidar de A por el “mal trago” vivido.

¿Qué sucede?

Las mentiras suelen ser cada vez más numerosas y grandilocuentes, por este refuerzo externo por parte de los demás. Existe un miedo constante, más o menos difuso, a ser descubierto, lo que obliga a la persona a repetir la mentira ante todos sus contactos, para hacerla congruente y evitar que algo descuadre. También así se refuerza la memorización. En algunos casos, la defensa de la mentira es tan acérrima, que el mitómano puede confundir la realidad con la ficción y creerse su propia mentira.
Suelen ser personas que en el pasado habitualmente han tenido relaciones personales instrumentales (es decir, para conseguir alguna cosa), por lo que tienden a desconfiar de los demás. Existe un déficit relacional asentado en el miedo al fracaso o al abandono, por lo que suelen ser personas seductoras y con tendencia a la dependencia emocional.
En un intento por obtener mayor aceptación social, el mitómano termina consiguiendo el efecto contrario, es decir quedarse solo, ya que tarde o temprano, las mentiras acaban descubriéndose, y amigos y familiares pierden la confianza en la persona. De las mejores intenciones, los peores efectos.

Tipos de mentira

  • Productiva: es la más forma más básica y también la más habitual, la fabulación en estado puro. Consiste en afirmar que algo inventado es verídico hasta que se demuestre lo contrario. Suele ser difícil encontrar la prueba irrefutable que lo desmienta.
  • Por omisión: consiste en no relatar algo importante que ha ocurrido. Se considera la forma menos culpable de mentira porque no existe la invención deliberada, pero en ocasiones puede ser mucho más dañina ya que en realidad, omitir es manipular la información en beneficio propio.

¿Tratamiento?

Es difícil que el mitómano llegue a consulta psicológica (también se miente a sí mismo para creer que no tiene ningún problema), aunque en casos en los que las mentiras han generado efectos devastadores para uno mismo o terceras personas pueden buscar ayuda, sobre todo para manejar sintomatología como ansiedad o sentimientos de tristeza.
Es fundamental entender la función que la mentira ha tenido en la vida de la persona y encontrar maneras más adaptativas de gestionar las dificultades , atendiendo las propias emociones, apuntalando la autoestima, y fortaleciendo habilidades comunicativas.

Lo que debes saber…

  • La mitomanía consiste en la tendencia reiterada a mentir de forma consciente y en hechos difícilmente demostrables.
  • La mentira tiene que ver con problemas de autoestima o necesidades relacionales básicas mal gestionadas.
  • Es difícil que el mitómano llegue a consulta (también se miente a sí mismo para creer que no tiene ningún problema), aunque en casos en los que las mentiras han generado efectos devastadores para uno mismo o terceras personas pueden buscar ayuda.