Es el síntoma principal del SAOS, por lo que ante la sospecha clínica, se indicará la necesidad de un estudio diagnóstico para confirmarlo. Un 40% de los varones y un 20% de las mujeres roncan y la edad aumenta esta prevalencia.

La causa más frecuente del ronquido es la disminución del tono muscular de la faringe que produce una obstrucción parcial de la vía aérea durante el sueño. Fármacos sedantes (somníferos, antihistamínicos), alcohol y tabaco, cansancio entre otros son los que pueden producir el ronquido por este mecanismo. También influyen trastornos anatómicos como la obesidad, el aumento del tamaño del cuello, las grandes amígdalas y/o adenoides, las lenguas grandes y las úvulas (campanilla) aumentada de tamaño. Existen otras causas de ronquidos como el hipotiroidismo, la menopausia, los pólipos nasales y la desviación del tabique nasal y las alergias, entre otros.

Ante la existencia de ronquidos asociados a cese de la respiración (apneas), en un número mayor de 10 en una hora se debe acudir al médico para una valoración y diagnóstico del SAOS, especialmente si se acompaña de somnolencia diurna. Las apneas durante el sueño de 2-3 segundos de duración son fisiológicas, pero cuando son de mayor duración y con ronquidos añadidos es cuando debe pensarse en esta patología, que en la actualidad está infradiagnosticada. El paciente se acostumbra a los ronquidos y lo considera una forma de dormir sin pensar en una probable enfermedad asociada.

La mayor parte de los ronquidos tienen fácil solución:

 

  • Evitar sobrepeso.
  • Evitar comidas copiosas por la noche.
  • Evitar fármacos sedantes, antihistamínicos, hipnóticos y relajantes.
  • Practicar ejercicio de forma regular.
  • Consumir menos alcohol y tabaco.
  • Dormir preferentemente de lado.
  • Elevar la cabecera de la cama.

Es importante informar al paciente de la corrección de los factores de riesgo e implicar a la familia en las decisiones previas.

Los roncadores crónicos diagnosticados de SAOS, además de las medidas descritas, se benefician del CPAP (presión positiva continua sobre la vía aérea nasal) así como de la corrección quirúrgica de anormalidades anatómicas como las amígdalas y adenoides grandes, grandes úvulas, desviación del tabique nasal y pólipos nasales entre otros.