La infección por parvovirus B19  en los adultos puede causar una infección sin síntomas o leve. Aproximadamente el 50% de las embarazadas ya han pasado la infección en algún momento de su vida y ya están inmunizadas.

Es una infección típicamente infantil, de mayor incidencia entre los 4 y los 14 años, que origina fiebre, dolor de garganta y articular. Los niños desarrollan una erupción rosada en los carrillos «como una bofetada».

La infección se pasa una vez en la vida.

Síntomas de la infección por parvovirus

La mayoría de embarazadas que se infectan con el parvovirus B19 tienen bebés sanos. En menos del 5% de los casos puede producir abortos espontáneos. El riesgo mayor de muerte fetal por Eritema Infeccioso es en las primeras 20 semanas de embarazo.

En los casos graves, la infección por parvovirus B19 puede ocasionar, en el bebé, inflamación del corazón (miocarditis) y daño de la médula ósea (generando una anemia muy severa). Si el daño en el corazón es muy severo puede originar hidrops fetal (acumulo excesivo de líquido en los tejidos del bebé). El hidrops se puede diagnosticar y controlar por ecografía durante el embarazo; en algunos casos desaparece y el bebé nace sin secuelas. En otros, puede producir la muerte del feto.

La mayoría de bebés infectados nacen sin problemas y sanos.

Diagnóstico

El ginecólogo puede saber el estado de inmunidad de la embarazada solicitando un análisis de sangre.

Prevención y tratamiento

No hay tratamiento ni vacuna para esta infección vírica. Tan solo se puede controlar la evolución del feto si ha habido infección materna. En casos de hidrops y anemia severa no hay tratamientos eficaces.

Para las embarazadas que trabajan con niños (guarderías, hospitales, colegios) es aconsejable extremar las medidas higiénicas: lavarse muy bien las manos y no compartir bebidas ni comidas con los niños.

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