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Un aporte adecuado de grasas monoinsaturadas y polinsaturadas, son el factor protector frente algunas enfermedades crónicas. Por todo ello, es fundamental consumir la cantidad de grasa recomendada teniendo en cuenta su calidad.

 

Una dieta deficitaria en grasa también puede ocasionar problemas de salud. Principalmente, conviene evitar la deficiencia en ácidos grasos poliinsaturados, en especial el omega-3 (pescados azules), dado que son importantes en la prevención de enfermedades cardiovasculares, arritmias y procesos inflamatorios. Estas grasas ayudan a la defensa inmunitaria y se han asociado a una mejora en algunos tipos de demencia.

 

No obstante, en España la tendencia alimentaria es aumentar el consumo de grasas saturadas y disminuir el de grasas poliinsaturadas. Se ha demostrado que un abuso en grasas saturadas tiene una relación directa con el riesgo a desarrollar enfermedades cardiovasculares.