El corazón, para su correcta función de bombeo de la sangre, debe contraerse de un modo rítmico y regular. Este ritmo viene dado por el centro “marcapasos” natural del corazón, el llamado nodo sinusal; a partir de él viaja el impulso eléctrico por el tejido de conducción hacia el resto del músculo cardíaco, generando el latido.

Los cambios fisiológicos que tienen lugar por el envejecimiento, con sustitución del tejido marcapasos y de conducción por tejido fibroso, entre otros, hacen que el control del latido y la eficiencia de éste sean menores. Así aparecen las arritmias, que son pérdidas del ritmo regular normal del corazón. Éstas pueden presentarse con una frecuencia cardíaca normal, más rápida (taquiarritmias) o más lenta (bradiarritmias). Todas ellas pueden dar síntomas y tener repercusiones importantes.

Arritmia cardiaca en ancianos

Las arritmias son un problema relevante en los ancianos debido a la alta prevalencia de enfermedad cardíaca subyacente y a la hipertensión arterial. Las arritmias por sí mismas se asocian con un incremento de la morbilidad y la mortalidad en este grupo de edad.

La fibrilación auricular es la arritmia sostenida más comúnmente observada en la práctica clínica. Su incidencia se incrementa con la edad y la presencia de enfermedad cardíaca estructural. Es una causa importante de tromboembolismo cerebral, especialmente en los ancianos. En ella hay una perdida del ritmo regular sustituido por un ritmo caótico. Causa palpitaciones, insuficiencia cardíaca e intolerancia al ejercicio, pero también deterioro cognitivo o delirio en pacientes ancianos con factores que les predispongan a ellos.

Principales causas

Los factores desencadenantes de la fibrilación auricular pueden ser alteraciones del tiroides, fiebre, disminución del oxigeno en sangre (por enfermedades respiratorias), tóxicos como el alcohol, fármacos u otras enfermedades cardíacas (infartos, valvulopatías, hipertensión arterial, etc.).

Otras arritmias son las producidas por bloqueos del nodo marcapasos o del tejido de conducción, que producen principalmente ritmos lentos, bradicardias. En ellas la clínica suele ser de insuficiencia cardíaca y secundaria al déficit de la llegada de flujo sanguíneo a los diferentes sistemas del organismo (desmayos o síncopes, intolerancia al ejercicio, angina de pecho).

También existen arritmias rápidas o taquiarritmias, la mayoría de ellas producidas por alteraciones en el tejido de conducción que producen una especie de cortocircuitos del estímulo del latido. Aquí, como el latido es demasiado rápido, no da tiempo a que los ventrículos se llenen correctamente, dando lugar a insuficiencia cardíaca, al igual que en la bradicardia.

Diagnóstico

El estudio básico de un paciente en el que se detecte una arritmia debe ser el electrocardiograma, así como una analítica de sangre para detectar alteraciones de las sales minerales, metabólicas o anemia; también se deben realizar un ecocardiograma y, en casos concretos, estudios electrofisiológicos.

Tratamiento

Aunque se encuentran establecidos los principios para la valoración y el tratamiento de las arritmias aplicados a todos los grupos de edad, el abordaje del paciente geriátrico se ha modificado especialmente por el riesgo incrementado que existe en la terapéutica farmacológica e intervencionista, las alteraciones farmacocinéticas y el beneficio poco establecido a largo plazo en los pacientes de edad avanzada.

El control de la frecuencia cardíaca con fármacos y la anticoagulación en caso de fibrilación auricular es la estrategia recomendable en la mayoría de los pacientes. En casos de inicio reciente, en pacientes no frágiles, puede intentarse el retorno a un ritmo cardíaco regular mediante descargas eléctricas controladas, la cardioversión eléctrica. En casos de taquiarritmias por alteraciones del tejido de conducción puede intentarse la supresión de la zona anómala mediante radioondas. Para las bradicardias, suele recomendarse la colocación de un marcapasos permanente.