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La enfermedad coronaria es una patología cardíaca en la que hay un menor aporte de sangre al miocardio (que es como se llama al músculo cardíaco) debido a la obstrucción de las arterias coronarias, que son las que llevan la sangre al miocardio. Este fenómeno recibe el nombre de isquemia.

Las consecuencias de esta falta de perfusión pueden presentarse en forma de dolor torácico, como ocurre en la angina de pecho o en el infarto agudo de miocardio. La isquemia puede presentarse de forma brusca, como en el infarto, o de forma crónica, desencadenada por un aumento de las demandas de bombeo cardíaco del organismo, como ocurre en la angina de esfuerzo.

El primer síntoma de la enfermedad coronaria suele ser la llamada angina de pecho, que se manifiesta generalmente como un dolor de tipo opresivo en la parte central del tórax. Este dolor está causado por la falta parcial de oxígeno en el músculo cardíaco. La sangre continúa fluyendo hacia el músculo cardíaco pero en una cantidad menor de la necesaria: es la conocida isquemia miocárdica. La característica principal de la angina de pecho es que generalmente es reversible, no hay lesión en las células del músculo cardíaco y cuando el aporte de sangre vuelve a ser suficiente (por aumentar la cantidad de sangre que llega o por disminución de las necesidades), el dolor desaparece y el corazón vuelve a su situación anterior. En caso de que la isquemia sea más prolongada se produce la muerte de las células del miocardio, es decir, se produce un infarto.

La isquemia cardíaca puede tener también consecuencias no dolorosas como es el deterioro silente del músculo cardíaco, pudiendo desencadenar una insuficiencia cardíaca.

Causas

La causa que subyace en la cardiopatía isquémica, en la mayor parte de las ocasiones, es la obstrucción de las arterias coronarias debido a la arteriosclerosis (depósitos de colesterol calcificados). Por tanto, es fundamental la prevención y tratamiento de los factores de riesgo asociados a su formación y progresión, como son, entre otros, el tabaquismo, la hipertensión arterial, la diabetes, las hiperlipidemias y la obesidad.

 

La enfermedad coronaria es probablemente la patología cardiovascular más frecuente en el anciano. Es causa de muchas muertes además de producir incapacidad y graves limitaciones en la actividad normal de los pacientes. Basta decir que dos de cada tres infartos ocurren en mayores de 65 años. Esta enfermedad es más grave, tiene peor pronóstico y presenta mayor número de complicaciones en este grupo de población, ya frágil, con enfermedades concurrentes que dificultan el manejo, y polifarmacia, que aumenta el riesgo de efectos secundarios e interacciones.

Síntomas

En las personas mayores la clínica de la cardiopatía isquémica se puede presentar de forma atípica, faltando las formas clásicas de dolor torácico y aparecer en cambio dificultad respiratoria, cansancio o síntomas mentales como confusión o agitación. También existen formas silentes de afectación cardíaca o directamente puede instaurarse como una muerte súbita.

Es frecuente que las crisis de cardiopatía isquémica se desencadenen precipitadas por la concurrencia o reagudización de otras enfermedades que presente el anciano. En muchas ocasiones esta atipicidad dificulta su reconocimiento y provoca retrasos en acudir a recibir asistencia médica.

En el anciano esta enfermedad tiene peor pronóstico y la necesidad de un tratamiento individualizado atendiendo a las circunstancias de cada persona (presencia de otras enfermedades, deterioro cognitivo, incapacidad, beneficios y riesgos de los procedimientos, etc.).

Tratamiento

El tratamiento de la enfermedad coronaria se basa en diferentes combinaciones de medidas entre fármacos, procedimientos invasivos intervencionistas sobre las arterias coronarias e incluso su revascularización quirúrgica. Esto exige a veces procedimientos intensivos, con mayor número de complicaciones en los ancianos, sin que por ello no existan beneficios con los mismos. A pesar de los múltiples estudios sobre el tratamiento de esta patología, no son muchos los realizados en personas ancianas, teniendo en cuenta las particularidades de este grupo de edad.

Por todo esto, en la cardiopatía isquemia casi más que en otras patologías, se deberá atender a la edad biológica y no a la cronológica a la hora de tomar decisiones en cuanto a las medidas terapéuticas, individualizándolas en cada caso.