La alimentación y el estado nutricional condicionan la salud de las personas de un modo importante y mantener su equilibrio es esencial en las personas mayores para evitar o minimizar las patologías crónicas.

La malnutrición es un problema frecuente en la vejez, supone una clara fuente de fragilidad en el anciano y da lugar a un mayor número de complicaciones y a un peor pronóstico de sus enfermedades. La nutrición adecuada en el anciano supone una compleja interrelación de capacidades físicas de autonomía, condicionantes sociales y económicos muchas veces desfavorables en la vejez, capacidades mentales o sensoriales también a veces alteradas y cambios propios del envejecimiento que pueden predisponer a una peor nutrición. Vigilar pérdidas ponderales y situaciones de riesgo, así como la detección precoz y el tratamiento en los casos de malnutrición, son medidas a tener en cuenta en esta población.

Resulta difícil modificar una educación alimentaria en ciertas épocas de la vida. Las personas de avanzada edad conservan muy arraigadas las costumbres y por lo general son contrarias a modificarlas. Si gozan de buena salud creerán que no necesitan cambiar su alimentación, pues la prueba de que no les resulta perjudicial es la salud de que disfrutan y continuarán ingiriendo sustancias peligrosas para su organismo envejecido.

Consecuencias mala alimentación

Muchos ignoran que los efectos de una mala alimentación y una vida sedentaria, mantenida a lo largo de muchos años, aparecen en la edad avanzada en forma de arteriosclerosis y otros problemas de salud. Asimismo, se ha comprobado que la dieta saludable previene la aparición y el desarrollo de ciertas condiciones patológicas:

  • Las enfermedades cardiovasculares disminuyen con el aumento de las fibras vegetales y las frutas en la dieta, así como con la reducción del hábito alcohólico.
  • La reducción de la ingesta de grasas saturadas (de origen animal) y el aumento proporcional de la ingestión de grasas insaturadas (de origen vegetal) reduce también las enfermedades cardiovasculares.
  • La reducción de la ingesta alcohólica repercute positivamente en la reducción de la aparición de muchos cánceres, en lugares del organismo tales como la cavidad oral, la faringe, la laringe, el esófago, el hígado o la mama.
  • La ingesta hídrica suficiente (habitualmente alrededor de los 1,5 – 2 litros de líquido diarios) redunda en una buena hidratación de todos los tejidos del anciano y protege de la aparición de cuadros graves de deshidratación e hipotensión postural y de molestias como el vértigo o el estreñimiento.

Qué se considera dieta equilibrada

La dieta equilibrada es la que proporciona al organismo los alimentos que necesita para conseguir una buena nutrición. Conviene recordar que la alimentación en las personas mayores ha de tener en cuenta que:

  • Los alimentos no deben ser muy abundantes y sí de fácil masticación.
  • Los alimentos deben ser atractivos con el fin de estimular el apetito, evitando la utilización de condimentos fuertes y procurando no abusar de las grasas saturadas (mantequilla, tocino, embutidos…).
  • Debe ser rica en alimentos que contengan proteínas de buena calidad y fácil digestión (leche, pescado, pollo, clara de huevo).
  • Las ensaladas no deben faltar al menos en las comidas del mediodía por lo saludables efectos de la fibra que contienen, a excepción de para aquellos que tengan dificultad en la masticación o problemas gástricos, sustituyendo ésta por otras verduras cocidas.
  • Las necesidades de vitaminas no se reducen con los años; conviene, pues, mantener el mismo aporte que en la juventud.

Consejos

He aquí unos consejos prácticos que ayudarán a llevar una mejor alimentación:

  • Organizar la compra semanalmente, planificando los alimentos que se comprarán. En caso de vivir solo se puede hacer acompañado de amigos, como una actividad social más. Además, seguir cocinando es bueno para mantener ágiles las actividades cognitivas y manuales.
  • Hacer 5 comidas al día (o como mínimo repartirlo en 3 ingestas), sin olvidarse nunca del desayuno.
  • Reducir las calorías de la dieta para compensar la menor actividad física y el menor gasto energético, previniendo así el sobrepeso.
  • Seguir comiendo de todo: una dentadura débil no es razón suficiente para erradicar de la dieta productos tan esenciales como la carne o las verduras; en ése caso se pueden adaptar las texturas a alimentos de fácil masticación o purés.
  • Comer diariamente distintos tipos de cereales: pan, arroz, fideos… Un aporte de fibra ayudará a mantener un buen funcionamiento intestinal y a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como las enfermedades del corazón y la diabetes tipo 2.
  • Mejor consumir carnes blancas que rojas; carne de pavo, pollo o conejo, siempre sin piel para disminuir la cantidad de grasa.
  • No abusar del café ni por supuesto del alcohol.
  • Disminuir el colesterol. Prescindir de los fritos y en caso de hacerlos, sólo con aceite de oliva. Son de preferencia las cocciones como vapor o hervido, plancha, horno o papillote.
  • Consumir embutidos sólo de forma excepcional, así como la bollería industrial y la casquería, ambas muy ricos en grasas saturadas y colesterol.
  • Beber al menos dos litros de agua al día (de 8 a 10 vasos de agua, zumos, caldos o infusiones). Aunque no se tenga sed, es imprescindible la prevención de la deshidratación.
  • Disminuir el aporte de sal. Sí al sabor. Es importante que los alimentos estén bien condimentados porque comer es un placer a cualquier edad y precisamente a edades avanzadas, en las que es habitual el incómodo consumo de medicamentos, la hora de la comida no puede ser un suplicio más. Añadiendo especias aromáticas (tomillo, romero, laurel, orégano, etc.) se aportará sabor a los platos a la vez que se previene la hipertensión.
  • Verduras, legumbres, hortalizas y pescado deben tener un papel esencial en la dieta diaria, por su aporte de vitaminas, fibra, proteínas de fácil digestión y su pobre aporte de grasas saturadas. Forman parte esencial de la dieta mediterránea, la única de la que se ha comprobado su protección ante las enfermedades cardiovasculares.
  • Los lácteos debes estar presentes cada día por su gran aporte de calcio; son el mejor aliado contra la osteoporosis (además de practicar ejercicio físico de forma regular).