La inmovilidad  en personas mayores se suele dar a partir de los 65 años, un 18% de los individuos tienen problemas para movilizarse sin ayuda, un 50% de los mayores de 75 años tienen problemas para salir de casa y de ellos el 20% queda confinado en el domicilio.

Los orígenes de la inmovilidad en personas mayores pueden ser debido a:

  • Disminución de la capacidad de respiración, que se compensa de forma inconsciente (no se hace lo que da ahogo).
  • Dolor y rigidez en las articulaciones.
  • Disminución del equilibrio y miedo a caídas.
  • Alteraciones en la vista o el oído.
  • Falta de estímulo social (no ir solo a caminar).
  • Síntomas depresivos y otras muchas causas sirven para iniciar y perpetuar la falta de movimiento.
  • Barreras arquitectónicas (escaleras dentro y fuera del domicilio, falta de ascensores).
  • Iatrogenia, como el efecto de sedantes e hipnóticos.

Esta disminución de la movilidad o “síndrome de la inmovilidad en personas mayores” provoca disminución de la masa muscular y ósea, trastorna el equilibrio, altera la integridad de la piel facilitando la aparición de úlceras por presión e incluso puede favorecer la perdida de estatus cognitivo por falta de estímulos.

Es uno de los principales factores que ayuda al desarrollo de la fragilidad o decadencia de los ancianos y se considera un síndrome geriátrico principal.

Síndrome de inmovilidad y patología aguda

El síndrome de inmovilidad es especialmente importante en los momentos de presencia de patología aguda, sobre todo si precisa hospitalización. Por ejemplo, una persona de 85 años tiene un episodio de neumonía, que le mantiene encamado por fiebre y disnea durante una semana. Se complica en un inicio con síndrome confusional, por lo que no colabora en los cuidados habituales.

A los pocos días del ingreso aparecen úlceras por presión en talones, dolorosas, que limitan la marcha y la bipedestación. Para cuando el síndrome confusional ha remitido y han mejorado las úlceras de los talones, la musculatura del paciente ha mermado tanto que no puede deambular sin ayuda y hay problemas de equilibrio importantes, con gran riesgo de caída y mermando la capacidad para realizar las actividades básicas de la vida diaria, tanto las instrumentales como las basales.

Esto es lo que se denomina “cascada de acontecimientos” y en casos extremos puede llevar incluso a la muerte, por complicaciones como caídas, aspiración de alimento al árbol respiratorio por debilidad generalizada, úlceras de decúbito sobreinfectadas, deshidratación, etc. En cualquier caso puede complicar extraordinariamente el pronóstico de cualquier episodio patológico agudo en las personas mayores; basta decir que el 50% de los pacientes ancianos que quedan en inmovilidad por un proceso agudo fallecen en un plazo de 6 meses.

No todos los casos de síndrome de inmovilidad tienen por origen situaciones agudas, recortadas en el tiempo. En otros casos, la inmovilidad se instaura de forma insidiosa, poco a poco. Se trata de ancianos que van limitando la cantidad de movimiento que realizan por disminución de la capacidad respiratoria o por aparición de dolor ante la deambulación. Muchas veces esta situación no es buscada, sino que la persona mayor poco a poco va amoldándose a una situación más tolerable para su reserva funcional, sin darse cuenta que esta situación fomenta la perdida de función del anciano.

Los cuidadores y familiares pueden contribuir a perpetuar esta situación con actitudes sobreprotectoras.