La vergüenza es un sentimiento que puede tener efectos catastróficos en la vida humana, desde la incapacitación para realizar una tarea, el impedimento a desarrollar las propias capacidades y la propia vida hasta el auto-odio y el suicidio en el peor de los casos.

Veamos otras definiciones

La mayoría de autores actuales estudiosos de este fenómeno coinciden en que se trata de una experiencia relacional: sentimos que somos deficientes en comparación con los otros, que tenemos fallos cuando los demás no y que estamos expuestos al escrutinio de la mirada de los demás quienes nos miran con ojo crítico. Este fenómeno también puede darse en relación a nosotros mismos, es decir, a veces esta mirada crítica y vergonzante viene de nuestro fuero interno.

¿Por qué sentimos vergüenza?

A pesar del poder inhibitorio de la vergüenza hay quien postula que tiene una razón de ser. Veamos el principal argumento que justificaría el porqué de la vergüenza:
La vergüenza se origina a partir del sentimiento de vulnerabilidad de uno mismo frente a los otros, por lo tanto, puede preservarnos de situaciones de estigma social a fin de que nos adaptemos a unas normas comunes para que predomine un sentimiento de pertenencia.
Esta función de la vergüenza es adaptativa, es decir, “yo haré aquello que se espera que haga para no ser despreciado por mis congéneres ni para que se genere en mi un sentimiento de auto-desprecio”, sin embargo, vemos que muchas veces, dado que somos animales con capacidad para el libre pensamiento, nuestras aspiraciones vitales, anhelos y la conexión con nuestra propia verdad pueden llevarnos a la conclusión de que lo verdaderamente recomendable para nosotros es llevar a cabo una acción aparentemente desadaptativa que implique que debamos tolerar un sentimiento de vergüenza para poder crecer. Si la vergüenza es muy intensa, nos incapacitará.

Un ejemplo

Veamos un ejemplo extraído de un artículo de Donna Orange, psicoanalista estadounidense de prestigio: “Imaginemos una mujer cuyo marido o pareja sentimental ha continuado su relación con su anterior pareja, ella lo sabe pero por vergüenza no lo saca a la luz y decide simular creerse las afirmaciones de su marido según las cuales la antigua relación ha terminado. Este hecho le permite conservar a su marido y conseguir que se quede a su lado ya que tiene miedo de perderle por considerarse a sí misma inquerible. Ambos viven mutuamente en un mundo de vergüenza configurado inter-subjetivamente”.
Como vemos, en el caso citado anteriormente vemos como la vergüenza permite mantener un tipo de beneficio aparente (la vida conyugal se mantiene) pero desde una base conflictiva (ella mantiene esta vergonzosa relación por considerar que nadie más podrá amarla).
La vergüenza deviene aquí, y en muchos casos, un falso amigo que nos somete y merma nuestra capacidad para el desarrollo.

¿Cuál es el mejor remedio para la vergüenza?

Dado que el poder con el que experimentamos la vergüenza emerge de un sentimiento de estima deficitario para con nosotros mismos, este hecho debe hacernos reflexionar sobre la importancia de revisar periódicamente nuestra auto-estima. Cierto es que está en gran parte determinada por las experiencias relacionales satisfactorias, amorosas y reforzantes que hemos vivido, pero no es menos cierto, que mientras hay vida, también hay oportunidades nuevas para vivir experiencias de este tipo. Esto podemos hacerlo revisando la forma en cómo vivimos, en cómo nos relacionamos, para ello, nos podemos hacer las siguientes preguntas:

  • ¿Cómo me sitúo en mis relaciones de confianza?
  • ¿Hay verdadera reciprocidad en éstas, o por el contrario me dejo dominar, someter, o humillar de alguna forma?
  • ¿Cómo atiendo mis necesidades?
  • ¿Soy capaz de tomar mis propias decisiones?
  • ¿Cómo dirijo mi vida?
  • ¿Es esta significativa?
  • ¿Hago por crecer y aprender para que lo sea?

Dado que la vergüenza es un fenómeno relacional también nos podemos hacer las mismas preguntas en relación a los demás:

  • ¿Cómo sitúo en la relación a mis allegados?
  • ¿intento dominarlos, someterlos o humillarlos? ¿Hago que se sientan queridos y a gusto en la relación?
  • ¿Cómo atiendo las necesidades de los demás?
  • ¿Respeto las necesidades de los demás?
  • ¿Ayudo a otros a que sus vidas sean significativas?
  • ¿Ayudo a otros a crecer, desarrollarse y aprender para que así sea?

Sin ninguna duda, el mejor antídoto para acabar con la vergüenza es el amor solidario, para con uno mismo y para con los demás.

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LO QUE DEBES SABER…

  • La vergüenza ha sido, es y será una de las vivencias humanas de mayor intensidad y de mayor poder de incapacitación.
  • Como el poder con el que experimentamos la vergüenza emerge de un sentimiento de estima deficitario para con nosotros mismos, debemos reflexionar sobre la importancia de revisar periódicamente nuestra autoestima.
  • Sin ninguna duda, el mejor antídoto para acabar con la vergüenza es el amor solidario, para con uno mismo y para con los demás.