Definición

Trayecto anatómico anormal que comunica el interior del ano con la piel que recubre el esfínter anal.

Cómo se produce la enfermedad

Un porcentaje tiene un origen congénito y con frecuencia se manifiestan en la infancia.

El resto son fístulas adquiridas. La mayoría se forman por la inflamación y posterior infección (dando lugar a lo que conocemos como absceso) de una de las glándulas localizadas en el interior del ano cuya misión es contribuir a la lubricación del canal anal durante la defecación. El absceso puede curar sin dejar secuelas o puede dar lugar a la formación de un trayecto fistuloso o fístula.

Existen enfermedades que predisponen a la aparición de abscesos anales y por tanto a la posterior formación de una fístula anal, entre ellas las enfermedades inflamatorias intestinales como la colitis ulcerosa o el Crohn, la tuberculosis intestinal, la diverticulitis o los tumores. Otros procesos como cirugía del recto, radioterapia colorectal o como complicación del parto pueden ser causas de fístulas anales.

Existe un porcentaje en el cual el origen de la fístula es desconocido.

Sintomatología de la enfermedad

La fístula en función de su tamaño y localización puede ser asintomática.

Cuando es sintomática, puede manifestarse en forma de:

  • Síntomas inespecíficos como picor o escozor anal.
  • Dolor anal intenso con la defecación (que puede durar varias horas) y leve sangrado.
  • Presencia de pus y/o sangre roja en la ropa interior del paciente acompañado o no de sensación febril.

Diagnóstico de la enfermedad

El diagnóstico de la fístula anal es realizado por el proctólogo o el cirujano general en la consulta del centro médico u hospital.

El diagnóstico se basa fundamentalmente en:

  • Exploración física adecuada del paciente
  • Valoración de la sintomatología que presenta y de sus antecedentes de enfermedad
  • Resultado de los estudios complementarios que se realicen, generalmente una inspección anal mediante tacto rectal, una anoscopia o una ecografía endoanal para visualizar las lesiones y una sonda rectal para determinar el trayecto de la fístula.
  • Realización de otros estudios complementarios en función de los hallazgos encontrados tras la correcta valoración del paciente para diagnosticar posibles enfermedades asociadas.

Tratamiento de la enfermedad

El único tratamiento curativo de la fístula anal es su extirpación quirúrgica, pero este tratamiento no está exento de riegos por lo que se reserva para pacientes muy seleccionados. En función del tamaño y la localización de la fístula tras la cirugía pueden aparecer infección anal o vaginal, estenosis del canal anal o lesión del esfínter anal que de lugar a incontinencia fecal permanente.

El tratamiento habitual de la fístula anal es el uso de antibióticos para combatir la infección, el drenaje de la fístula o el absceso subyacente y medidas para favorecer su cicatrización.

Prevención de la enfermedad

Con frecuencia la fístula anal se reproduce a pesar del tratamiento.

Medidas higiénico dietéticas como una correcta alimentación, el ejercicio físico habitual, evitar el estreñimiento y el consumo de picantes o de sustancias tóxicas como el tabaco contribuyen a evitar la reaparición de la fístula o que aumente de tamaño.

Los pacientes con enfermedad que favorezca la formación de abscesos o fístulas anales deben seguir control médico habitual