La sarcopenia consiste básicamente en la pérdida de masa muscular y fuerza que va asociada a ir cumpliendo años, hecho que conlleva una afectación del equilibrio, la marcha y la capacidad de la persona para llevar a cabo las actividades de la vida diaria. Esta pérdida se produce en mayor o menor medida en todas las personas según se va envejeciendo, incluso en aquellas personas ancianas que de manera habitual realizan una actividad física moderada adecuada a su edad. Que dicha pérdida de fuerza y masa muscular inevitable conlleve consecuencias de mayor relevancia va a depender de la interacción con otros factores.

A partir de los 30…

La masa muscular va disminuyendo de manera gradual entre un 3% y un 8% cada década a partir de los 30 años, un proceso natural que se acelera al alcanzar los 60 años de edad. Se va instaurando una pérdida progresiva de fuerza que en gran medida contribuye a que se pueda dar la pérdida paulatina de la independencia de la persona para sus actividades diarias.

La sarcopenia supone un aumento del riesgo de caídas y posibles fracturas óseas, con sus consiguientes hospitalizaciones más o menos prolongadas. Las complicaciones derivadas de una caída, exista o no una fractura ósea asociada, suponen la sexta causa de mortalidad en los mayores de 65 años.

La pérdida de masa muscular va acompañada de un incremento gradual del tejido adiposo, que sustituye al tejido muscular perdido. Consecuentemente, se ve aumentada la probabilidad de la aparición de otros factores de riesgo cardiovasculares, como la hipertensión, la diabetes o la obesidad, sobre todo en personas con una predisposición genética a padecer dichas enfermedades.

Pese a ser un hecho generalmente aceptado que las personas mayores vayan a sufrir un cierto grado de sarcopenia, no es una entidad que esté estudiada y tipificada del mismo modo que por ejemplo lo están la osteopenia y la osteoporosis. Existen pocos estudios epidemiológicos sobre la misma pero se estima que aproximadamente una cuarta parte de las personas de 70 años la padecen en diferentes grados, llegando la proporción al 50% en los ancianos de 80 años. Es más frecuente en hombres que en mujeres y dado el progresivo envejecimiento de la población es probable que estos porcentajes sean más elevados en las próximas generaciones.

Causas

La pérdida de masa y fuerza muscular se debe a la confluencia de diversos agentes, como factores genéticos, envejecimiento del sistema nervioso central, de las fibras musculares, déficits hormonales, pérdida de peso o un mayor sedentarismo.

Cómo se diagnostica

No existe una prueba de referencia, como en el caso de la osteopenia, para su diagnóstico, de manera que para poder indicar que una persona padece un determinado grado de sarcopenia se utilizan tres criterios clínicos:

  • Una menor masa muscular.
  • Una menor fuerza muscular.
  • Un menor rendimiento físico.

Para intentar cuantificar estos criterios, existen una serie de pruebas que se pueden realizar, pero son procesos complejos y que rara vez se llevan a cabo salvo los más sencillos como las medidas antropométricas, midiendo el diámetro de brazo y muslo y compararlos con las medias propias de las personas de la edad del paciente.

Algunos de los otros métodos más complejos son la absorciometría por energía dual de rayos X, la impedanciometría, la medición en sangre del potasio y la creatinina, las medidas de la fuerza muscular con un dinamómetro o diferentes pruebas electromiográficas para valorar la fuerza de diversos grupos musculares.

La pérdida de masa muscular supone un problema sanitario y social porque, pese a ser un proceso natural del envejecimiento, comporta un riesgo de una mayor dependencia de la persona para las actividades de la vida diaria, el poder valerse por sí mismos, un mayor riego de caídas y consiguientes fracturas con sus posibles complicaciones, una alteración de la capacidad de regular la temperatura corporal y una aumento de la morbimortalidad.

¿Hay tratamiento?

No existe un tratamiento específico para la sarcopenia, aunque en pacientes con un elevado grado de pérdida de la masa muscular se han instaurado tratamientos con hormonas como la testosterona, la dihidroepiandrosterona o la hormona del crecimiento, tratamientos que no están exentos de ciertos riesgos. Asimismo, se puede establecer una terapia de ejercicios físicos de resistencia para mejorar la masa muscular, la fuerza y el equilibrio, siempre bajo estricta supervisión y acompañados de una dieta que aumente la ingesta de proteínas, controlando la función renal y cardíaca.

Moverse para prevenir

La mejor manera de prevenir la pérdida de masa muscular es, lógicamente, mantener una actividad física adecuada y realizar ejercicios que potencien la musculatura, es decir, que aumentan la masa y la potencia muscular, previniendo de este modo la sarcopenia. Estos programas de ejercicios supervisados y adecuados a cada paciente han demostrado resultados beneficiosos en unos dos meses, logrando aumentos de la masa muscular entre un 30% y un elevado 150%, mejorando la marcha, el equilibrio, la autonomía para llevar a cabo las actividades de la vida diaria, la autoestima y la consecuente disminución del riesgo de caídas y fracturas. Además del beneficio sobre la prevención de otras patologías como la diabetes, la hipertensión o la dislipemia.

La pérdida de masa muscular es, pues, un hecho inevitable de ir cumpliendo años, pero está en nuestras manos limitar al máximo sus efectos sobre nuestras vidas con una buena dieta y una actividad física constante desde una temprana edad. El ejercicio físico es siempre una buena inversión para nuestra salud y calidad de vida futuras.

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Lo que debes saber…

  • Consiste en la pérdida de masa muscular y fuerza que se produce progresivamente a partir de los 30 años y se acelera a partir de los 60.
  • Está en nuestras manos limitar al máximo sus efectos sobre nuestras vidas con una buena dieta y una actividad física constante desde una temprana edad.
  • Una vez instaurada la sarcopenia, los programas de ejercicio específicos han demostrado aumentos de la masa muscular.