Factores de riesgo

Existen una serie de factores de riesgo según los diferentes estudios:

  • Edad: el factor predisponente más importante, entre los 65 y 85 años; la frecuencia aproximadamente se dobla cada 5 años.
  • Sexo femenino: ser mujer es un factor independiente de riesgo.
  • Bajo nivel educativo: los años de formación crean una «reserva cognitiva» que ejerce un efecto protector contra el deterioro; los síntomas tardan más en hacerse evidentes.
  • Enfermedades cardiovasculares: hipertensión, ictus, infarto de miocardio.
  • Historia familiar de demencia: existe un componente genético que todavía no ha sido bien explicado. Una proporción pequeña de casos sucede en familias que heredan mutaciones de los cromosomas 1, 14 o 21, soliendo presentarse la demencia antes de los 50 años. Si un familiar padece Alzheimer no significa que vaya a transmitirse a los hijos. La mayoría de los casos aparece de forma espontánea.
  • Otros factores: traumatismo craneal grave, intoxicación por aluminio, hombres diabéticos, etc.

Características clínicas

  • Afectación generalmente precoz y gradual de la memoria reciente, como olvidar nombres, por ejemplo. Inicialmente lo intentan disimular, pero el paciente o sus familiares consultan por primera vez tras un período de espera media de 2 años, es decir, cuando interfiere en su vida cotidiana.
  • Deterioro múltiple, progresivo y parejo de las funciones intelectuales superiores: deterioro del lenguaje con perdida de vocabulario y capacidad para hablar y comprender; pérdida de habilidades en la ejecución de actos motores como vestirse, afeitarse…; deterioro de la capacidad de reconocer personas o objetos a través de los sentidos; disminución capacidad de juicio; alteraciones de la capacidad de orientación. Si el paciente no realiza lo que se le pide no es que no quiera hacerlo, sino que no sabe realizarlo porque lo ha olvidado.
  • Aparición de síntomas psiquiátricos y alteraciones del comportamiento en más del 50% de los pacientes. Pueden tener delirios, por ejemplo sobre robos de pertenencias, alucinaciones visuales, agitación, ansiedad, depresión y disforia, agresividad verbal, lenguaje reiterativo,… Pueden tener alteraciones del sueño como insomnio, sueño fragmentado y varios despertares nocturnos. En ocasiones el paciente es incapaz de estarse quieto con tendencia a moverse constantemente en la casa, deambulando sin sentido y en ocasiones con tendencia a escaparse del hogar: es lo que se ha denominado vagabundeo.
  • Clínica neurológica: alteraciones de la marcha y la postura, convulsiones, mioclonias, etc.
  • Progresión hacia la pérdida de independencia. Los pacientes terminan no valiéndose por sí mismo para vestirse, comer, caminar, controlar la orina y las defecaciones. Llegan a no reconocer a sus propios familiares. Hay una tendencia al aislamiento, no pudiendo vivir sin ayuda al final, pero la sonrisa es una de las últimas cosas que pierde.

Signos de alarma

Existen 10 signos de alarma de la enfermedad de Alzheimer, que pueden poner en guardia al sugerir que una persona quizás esté iniciando esta enfermedad, de comienzo habitualmente insidioso:

  • Pérdida de memoria que afecta a la capacidad laboral.
  • Dificultad para llevar a cabo tareas familiares.
  • Problemas con el lenguaje.
  • Desorientación en tiempo y lugar.
  • Juicio  pobre o disminuido.
  • Problemas con el pensamiento abstracto.
  • Cosas  colocadas en lugares erróneos.
  • Cambios inexplicables en el humor o en el comportamiento.
  • Cambios en la personalidad.
  • Pérdida de iniciativa.

Tratamiento

El tratamiento de la enfermedad de Alzheimer se divide en un tratamiento específico (con unos fármacos ya reconocidos en la terapéutica de esta enfermedad y otros aún en fase de estudio o con resultados poco claros) y en un tratamiento de los trastornos psicológicos y conductuales. Son también muy importantes los tratamientos no farmacológicos.

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