La primera vez que se habló de tríada fue en la década de los 90 del pasado siglo. En la actualidad, debido al gran número de mujeres que practican deporte a alto nivel, cada vez es más frecuente encontrarlo. Por ello, saber detectarlo a tiempo y conocer cómo puede solventarse evitará problemas de salud. Conozcamos más sobre la Tríada.

¿Qué se entiende por Tríada de la deportista?

La Tríada de la mujer deportista es una condición médica que incluye los siguientes síntomas:

  • Baja disponibilidad energética con o sin Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA).
  • Alteración de la función menstrual.
  • Baja Densidad mineral ósea (DMO).

La deportista no tiene por qué mostrar simultáneamente las tres manifestaciones clínicas a la vez, sino que pueden presentarse también de manera individual.
Todas las mujeres deportistas están en riesgo de sufrir la tríada, independientemente de la complexión que tengan o del deporte practicado. Por ello, es importante prestar atención a sus tres componentes, y sobre todo, en el caso de niñas o jóvenes que practican deporte de manera intensa y en disciplinas deportivas federadas, debe haber revisiones médicas continuadas.

¿Qué síntomas se desarrollan en la tríada?

Son muchos los síntomas que pueden dar el aviso de una posible Tríada antes de que se desencadene:

  • Fatiga
  • Anemia
  • Depresión
  • Fracturas por estrés
  • Disminución de la capacidad para concentrarse
  • Intolerancia al frío, hipotermia, frío y pérdida de color en pies y manos
  • Aumento de las glándulas parótidas
  • Dolor de garganta
  • Erosión del esmalte dental
  • Distensión, dolor abdominal y estreñimiento
  • Piel seca, edema en cara y extremidades
  • Mareo, bradicardia, hipotensión
  • Dolor de pecho

Disponibilidad energética

Cuando la energía de la que se dispone es muy baja, los mecanismos fisiológicos reducen la energía utilizada para realizar funciones vitales como el mantenimiento celular, termorregulación, crecimiento y reproducción, repercutiendo en la salud.
Entre las deportistas que practican deportes en los que el peso es influyente, como gimnastas, fondistas, deportes por categoría de peso (judo, karate…), etc. es más habitual que la baja disponibilidad energética, es decir, no comer suficiente, este relacionado con problemas de trastorno de la conducta alimentaria (TCA). Por el contrario, en muchas otras deportistas las afectaciones no presentan comportamientos alimentarios patológicos, sino que puede ser que su baja ingesta no sea intencionada y el entrenamiento sea muy intenso. Como factores de riesgo podríamos encontrar sobreentrenamiento, descansos inadecuados o insuficientes, excesivo culto al cuerpo, baja autoestima, etc. Dependiendo del origen de la baja ingesta, se realizará un tratamiento u otro.

Función menstrual

Cuando hablamos de alteraciones en la función menstrual hablamos de aquellas situaciones que ocurren entre el ciclo menstrual normal (eumenorrea) y la ausencia de ciclo menstrual (amenorrea). En chicas jóvenes puede existir un retraso en la primera menstruación (menarquia) que es considerado una amenorrea primaria. Existen casos documentados, como el de una atleta británica que no tuvo su primera menstruación hasta pasados los 20 años, o pueden existir amenorreas secundarias, que se definen como la ausencia de ciclo menstrual durante más de tres meses.

Densidad mineral ósea (DMO)

Cuando hablamos de una baja densidad mineral ósea, nos referimos al espectro entre una salud ósea óptima y la osteoporosis. La osteoporosis se define como un desorden esquelético caracterizado por menor masa ósea y, por tanto, con mayor riesgo de fractura. La masa ósea y el mayor riesgo de fractura dependen de la densidad de la estructura interna mineral ósea, pero también de la calidad de la proteína.
La osteoporosis no sólo está producida por una pérdida ósea acelerada en la edad adulta sino también por no acumular una adecuada DMO durante la infancia y adolescencia. La adquisición de masa ósea ocurre entre los catorce y los quince años y el pico máximo de masa ósea se sitúa en los veinte – treinta años. Al final de la adolescencia ya se ha obtenido el 90% de la masa ósea adulta. Aunque la genética juega un papel crucial, participar en deportes de impacto y la dieta influyen de manera muy importante en la salud ósea en la infancia.

Consecuencias para la salud

Una baja disponibilidad energética mantenida, con o sin TCA, puede conducir a problemas de salud. Los problemas médicos incluyen alteraciones en el sistema cardiovascular, endocrino, reproductivo, esquelético, gastrointestinal, renal y sistema nervioso central.
Las alteraciones de la conducta alimentaria se asocian con una baja DMO en deportistas, por lo que un índice de masa corporal bajo es un buen predictor de baja DMO. Las deportistas con bajo porcentaje de grasa corporal o baja ingesta alimentaria tienen mayor riesgo de tener menor DMO o de lesionarse, además de las consecuencias psicológicas graves que pueden acompañan a los TCA.

Prevención

La baja disponibilidad energética (con o sin trastornos alimentarios), la amenorrea y la osteoporosis son factores de riesgo para la salud de las mujeres. Las consecuencias de estas condiciones clínicas, potencialmente irreversibles, hacen muy necesaria la prevención, y aquí la educación alimentaria es clave. Es importante establecer y promover hábitos alimentarios saludables, remarcar la importancia de la fuerza, el porcentaje muscular y la grasa para un óptimo rendimiento deportivo y no dar importancia sólo al peso corporal. Además, conseguir que la deportista sea consciente de las consecuencias sobre la salud a corto y largo plazo de una alimentación inadecuada.

Lo que debes saber…

  • La Tríada de la mujer deportista es una condición médica que incluye: baja disponibilidad energética, alteración de la función menstrual y baja densidad mineral ósea.
  • Todas las mujeres deportistas están en riesgo de sufrir la tríada, independientemente de la complexión que tengan o del deporte practicado.
  • Las consecuencias de estas condiciones clínicas, potencialmente irreversibles, hacen muy necesaria la prevención, donde la educación alimentaria es clave.