Los cambios psicológicos de los padres durante el embarazo pueden pasar por situaciones complejas. Conozcamos los cambios psicológicos que se producen tanto en la madre como en el padre.

Cambios psicológicos en la madre

La mujer pasa por una serie de modificaciones de su cuerpo que, al mismo tiempo, generan nuevas inquietudes, dudas y posibles miedos. La imagen que tenía la mujer de sí misma se modifica completamente y se producen cambios emocionales.

El embarazo es un tiempo de reflexión y de recuerdos de la relación que se ha tenido en el pasado con la madre. Es un momento para valorar y entender cómo fue la infancia vivida y la deseada para el futuro bebé. La mujer embarazada y, también el padre, aunque desde otro punto de vista, revisan vínculos afectivos, modelos que tuvieron cuando fueron niños y, así, forjan una imagen de sí mismos y de cómo quieren que sea la maternidad y la paternidad que está por llegar. La mujer se identifica con su propia madre y con ella misma como una niña; algo similar le ocurre al padre.

Cambios psicológicos en el padre

Para el padre el embarazo puede ser una situación compleja; él no sufre los cambios físicos, hormonales ni las molestias típicas de la embarazada. Su papel es comprender y cuidar a la madre y al futuro bebé. Por otro lado, puede sentirse excluido ya que su mujer está pendiente, la mayor parte del tiempo, del bebé.

Si la pareja tiene más hijos el padre jugará un papel más importante en su cuidado cuando nazca el bebé o, durante el embarazo, si la mujer no se encuentra bien.

Cambios psicológicos de los padres

En el primer trimestre, cuando la mujer se entera que está embarazada, pueden haber sentimientos contradictorios (influye si el embarazo ha sido planificado o no). Se mezcla la alegría de tener un bebé, el deseo de ser los mejores padres del mundo y los miedos al cambio radical de vida y la inseguridad de no saber si todo irá bien.

Durante el segundo trimestre, muchas de las molestias del embarazo desaparecen (por ejemplo las náuseas) y la barriga se hace incipiente. Es el «trimestre de oro«, normalmente la mujer está pletórica, orgullosa de su embarazo y, como se encuentra mejor, lo puede disfrutar más. La conciencia de la maternidad es absoluta: el bebé se mueve, ya se sabe si es niño o niña y lo ha podido ver en la ecografía. El bebé ya forma parte de la familia y se hacen planes. Como los padres ya tienen una imagen del hijo que vendrá pueden estar preocupados por el estado de salud del niño o miedo a posibles malformaciones. También se intensifican los sentimientos del primer trimestre.

En el tercer trimestre puede sobrevenir el miedo al parto. La embarazada tiene una prominente barriga y puede sentirse muy pesada o molesta. Es un momento donde la pareja juega un papel muy importante. Tener su apoyo da a la embarazada seguridad para enfrentarse al parto y al cuidado de su recién nacido. La madre ya empieza a definir al bebé: cómo se mueve, a qué reacciona… ya lo percibe como un ser individual y con una personalidad propia.

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