Monitorizar el cómo y el hasta dónde llegará el crecimiento de una persona es importante y tenemos maneras de saber su talla genética para valorar si el crecimiento es o no óptimo.

La maduración ósea

El crecimiento y maduración del individuo son dos procesos biológicos íntimamente relacionados, pero no siempre van paralelos a lo largo de la infancia y la adolescencia. Es decir, podemos tener un crecimiento desacelerado y una maduración ósea acelerada y viceversa. Cada niño tiene un “tempo” de maduración propio, por lo que la edad cronológica no es necesariamente un indicativo del grado de maduración biológica.

El único indicador aceptado de maduración, válido desde el nacimiento hasta la adultez, es la edad ósea. Pediatras y endocrinólogos coinciden en admitir que la estimación de la edad ósea se aproxima y refleja la edad biológica del niño. El inconveniente es que este método no es válido en el primer año de la vida. En lactantes se deben utilizar otras escalas.

Cuando los pediatras valoramos la talla de un niño y sospechamos que es significativamente menor o mayor de lo esperado debemos completar el estudio del crecimiento con una evaluación de la maduración ósea. Esto nos permite ver si hay un retraso madurativo, que mejorará con el tiempo, o bien si hay una maduración ósea acorde con la edad del niño o superior que nos alerte de que esa talla es menor a la esperada genéticamente. Este parámetro es útil, entre otros, para decidir iniciar o no un tratamiento para la talla baja.

La fórmula de Tanner

Una de las fórmulas más utilizadas para valorar la maduración ósea es la fórmula de Tanner-Whitehouse. Se basa en la aplicación de puntuaciones o “scores” de madurez en los diferentes huesos de la mano y muñeca.

¿Cómo se aplica?

  • Realizando una radiografía de la mano y muñeca no dominante.
  • Cada hueso de la mano y de la muñeca se clasifica en 8-9 estadios a los que se asigna una puntuación. El total de la puntuación representa una cifra bastante precisa. Tiene el inconveniente de haber sido creado para una población inglesa y escocesa de clase media en los años 50 y 60.

A pesar de ser un indicador muy utilizado, un trabajo reciente en la población rural del sudeste de España parece indicar que la predicción de la talla diana por el método de Tanner infravalora la talla final en jóvenes. Este estudio muestra que la fórmula de la talla diana nos predice una talla muy inferior a la talla final de los individuos, siendo esta infravaloración mayor en niñas que en niños.

El papel de la genética en el crecimiento

La talla final que alcanzará un individuo está determinada genéticamente por varios genes, pero puede ser modulada por factores ambientales o extragenéticos como la alimentación o las enfermedades crónicas en los primeros años de vida.

Los pediatras calculan la talla genética y la comparamos con la talla que medimos en la consulta. Esto nos permite hacer un seguimiento de la salud del niño, valorar el estado nutricional o sospechar si hay un problema de salud subyacente (como la alergia a la proteína de leche de vaca, la celiaquía o déficit de hormona de crecimiento). Además de esta utilidad clínica, el crecimiento de una población es uno de los mejores indicadores económicos y de desarrollo. Por ejemplo, nosotros somos más altos que nuestros abuelos, entre muchos factores, porque recibimos una mejor alimentación y no vivimos guerras ni posguerras que limitaron una correcta nutrición en un amplio sector de la población.

Predecir la talla final o diana

Predecir la talla final de un niño antes de finalizar el crecimiento es un parámetro de gran utilidad que se puede obtener de forma fiable en diversas situaciones. Esta predicción se basa en tres principios:

  • La talla final depende en gran medida de la genética y la herencia de nuestros padres. Tiene un peso de hasta el 75%.
  • A partir de los 18 meses el niño se sitúa en el carril o percentil que seguirá hasta el final de su período de crecimiento.
  • La maduración ósea es la indicación más precisa para evaluar la edad cronológica y saber el porcentaje de la talla final que se ha alcanzado en un momento determinado del desarrollo del niño.

Normalmente se calcula la talla diaria a partir de la talla media de los padres. Esto nos dará la predicción de altura definitiva que alcanzará el niño.

Lo que debes saber…

  • El único indicador aceptado de maduración, válido desde el nacimiento hasta la adultez, es la edad ósea. Pediatras y endocrinólogos coinciden en admitir que la estimación de la edad ósea se aproxima y refleja la edad biológica del niño.
  • Una de las fórmulas más usadas para valorar la maduración ósea es la fórmula de Tanner-Whitehouse.
  • La fórmula de Tanner se aplica realizando una radiografía de la mano y muñeca no dominante. Tiene el inconveniente de haber sido creado para una población inglesa y escocesa de clase media en los años 50 y 60.