La brucelosis es una enfermedad infecciosa causada por microorganismos del género llamado Brucella. Se considera una zoonosis, una enfermedad propia de los animales domésticos -como las vacas, ovejas, cabras y cerdos- que se puede transmitir al hombre. La Brucella pasa al hombre desde el ganado por el contacto directo con animales infectados (inhalación, contacto a través de heridas, mucosa nasal y conjuntiva) y, sobre todo, por la ingesta de productos lácteos sin pasteurizar (leche, queso y derivados lácteos).

¿Cuáles son los síntomas?

Los síntomas de la brucelosis pueden ser muy variados, ya que la Brucella puede afectar a cualquier órgano o tejido del organismo.

El periodo de incubación suele oscilar en la mayoría de los casos entre 10 y 20 días, tras los cuales suelen aparecer unos síntomas generales iniciales que consisten en fiebre, cansancio, sudoración, cefalea y dolores articulares y musculares.

Es bastante frecuente el aumento de tamaño del hígado (hepatomegalia), muchas veces acompañado de un aumento del bazo (esplenomegalia) e inflamación de los ganglios (adenopatías).

Las manifestaciones localizadas aparecen por la afectación específica de un determinado órgano o tejido. La más frecuente es la localización osteoarticular (sacro, columna), también puede aparecer en localización neurológica (meningitis), cardiovascular (endocarditis), aparato genitourinario (orquiepididimitis), respiratorio y ocular (uveítis), entre otras.

Pueden darse recidivas de la enfermedad en un porcentaje de pacientes, aunque hayan sido correctamente tratados, que cursan con síntomas similares al primer episodio.

Diagnóstico

El diagnóstico se basa en el cuadro clínico (síntomas), antecedentes epidemiológicos (contacto previo con animales o productos lácteos no pasteurizados) y una serie de pruebas de laboratorio.

Estas pruebas de laboratorio van encaminadas a la detección de la bacteria en sangre: hemocultivo y detección de los anticuerpos contra la bacteria: serología  (Rosa de Bengala y test de Coombs).

En ocasiones son necesarias otras pruebas para detectar si hay focos de infección localizados en un órgano, por ejemplo un TAC, una radiografía ósea o un ecocardiograma.

Tratamiento

El tratamiento de la brucelosis se basa en el uso de antibióticos específicos para erradicar la enfermedad. El objetivo del mismo, además de acortar los síntomas iniciales, es evitar la aparición de complicaciones en los diferentes órganos y prevenir las recidivas.

El tratamiento debe ser prolongado, preferiblemente con una combinación de antibióticos, durante un mínimo de seis semanas. Es muy importante la correcta cumplimentación del tratamiento por parte del paciente.

Además del tratamiento específico de la brucelosis, cuando existe afectación de algún órgano en concreto se puede requerir de otros tratamientos adicionales como cirugía para drenar un absceso en el hígado o en el cerebro (colección de pus) o reparar una válvula cardiaca.

Prevención

La prevención se ha de realizar, en primer lugar, sobre el ganado mediante la vacunación de los animales y el control veterinario adecuado para la detección y eliminación de los animales infectados.

Las personas en situación de riesgo (por el trabajo desempeñado), como los ganaderos, deben utilizar  guantes, mascarillas y batas como medidas de protección contra la exposición a sangre y secreciones de animales potencialmente infectados.

Por otro lado, no se debe consumir leche ni otros productos lácteos sin que hayan pasado por las medidas de higienización pertinentes (pasteurización).

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LO QUE DEBES SABER
  • Se transmite por el consumo de lácteos sin pasteurizar y por contacto directo con animales infectados.
  • Fiebre, cansancio, dolor de cabeza y dolores articulares y musculares son los síntomas más frecuentes.
  • El tratamiento es prolongado y se basa en el uso de antibióticos específicos.