El vértigo se define como la sensación en la cual los objetos dan vueltas alrededor del paciente. Suele aparecer en crisis que pueden durar de minutos a horas y las causas son diversas. Cuando un paciente presenta episodios de vértigo de repetición, una hipoacusia progresiva, sensación de ocupación en el oído y la aparición de un acúfeno que cada vez se hace más molesto, el paciente podría padecer lo que se conoce como enfermedad de Ménière, llamada así en honor del médico francés que la describió por primera vez en 1861.

Cada año se diagnostican unos 15 nuevos casos por cada 100.000 habitantes. Es una enfermedad que suele aparecer en la edad adulta, entre los 20 y los 60 años y que afecta ligeramente con mayor frecuencia a las mujeres.

¿Cómo se produce la enfermedad de Menière?

La enfermedad de Ménière se produce por una alteración del equilibrio natural entre los líquidos del oído interno, bien porque se produce un aumento de la producción de la endolinfa, bien porque existe algún defecto en la reabsorción de la mismo. Este hecho causa un aumento de la presión en el interior del laberinto membranoso del oído interno, la cual favorece que se den microfisuras en las membranas que separan la endolinfa de la perilinfa; la mezcla de estos dos líquidos es la responsable en parte de las manifestaciones clínicas de la enfermedad de Ménière.

Se desconoce la causa primera que provoca el aumento de la presión. Además de la enfermedad de Ménière idiopática o de origen desconocido, existen bastantes patologías que pueden desencadenarla, como por ejemplo:

  • Enfermedades autoinmunes.
  • Traumatismos acústicos.
  • Traumatismos sobre el oído interno.
  • Traumatismos del hueso temporal.
  • Otitis media crónica.
  • Otosclerosis.
  • Laberintitis serosa.
  • Laberintitis viral.
  • Neurosífilis.
  • Hipoacusia.

Cuando la enfermedad de Ménière se puede atribuir a una de estas causas se denomina síndrome de Ménière, reservando la denominación de enfermedad de Ménière a los cuadros de origen desconocido.

Síntomas de Ménière

La enfermedad de Ménière se caracteriza por la presencia de crisis de vértigo rotatorio incapacitante, de inicio brusco y sin desencadenantes previos, de entre 20 minutos y 24 horas de duración, siendo la media de 2-3 horas, y acompañado de náuseas y vómitos. Este es el síntoma principal e inicial, que suele asociarse a una sensación de opresión en el oído, generalmente unilateral. Las crisis suelen darse 5-10 veces al año.

A medida que progresa la enfermedad se establece una hipoacusia o descenso de la capacidad auditiva fluctuante, variable, que inicialmente se limita a los sonidos graves pero que según avanza la enfermedad se va haciendo progresivamente más amplia. El vértigo llega a su punto máximo y aparece también un acúfeno muy molesto e intenso.

En fases más avanzadas de la enfermedad de Ménière el vértigo disminuye y deja paso a la inestabilidad cefálica, limitando las actividades de la vida diaria del paciente desde un punto de vista funcional, laboral, social y psicológico. La hipoacusia es ya severa y el acúfeno puede llegar a ser el síntoma más molesto de todos.

Diagnóstico

El diagnóstico de la enfermedad de Ménière se basa en la historia clínica que relate el paciente, así como en las pertinente pruebas complementarias, tanto analíticas como de imagen y de valoración de la función auditiva. En la exploración física básica se debe valorar la tensión arterial, la presencia de arritmias y patología cardiovascular, los pares craneales, el equilibrio y la coordinación, la columna cervical y una otoscopia. La analítica de sangre es importante para el despistaje de diabetes, anemia severa, dislipemia, hipotiroidismo, neurosífilis y varias enfermedades autoinmunes que pueden estar relacionadas con la enfermedad de Ménière.

Asimismo, se debe realizar diversas pruebas complementarias como son una audiometría completa para valorar la pérdida de audición, unos potenciales evocados auditivos, una resonancia magnética nuclear (RMN) para descartar lesiones del sistema nervioso como tumores, patología vascular o enfermedades degenerativas, y pruebas vestibulares, sobre todo de cara a valorar el tratamiento.

No se puede establecer el diagnóstico de enfermedad de Ménière hasta que no se ha podido realizar una comprobación examinando el tejido afecto, pero sí se puede hablar de enfermedad de Ménière definitiva cuando se han dado dos o más episodios de vértigo asociados a hipoacusia, acúfeno y sensación de ocupación del oído afecto habiendo descartado cualquier otra posible causa. Hasta entonces, el diagnóstico de la enfermedad de Ménière es probable (si se ha dado una única crisis acompañada de clínica) o posible (si no se ha acompañado de hipoacusia).

Se deben descartar otras patologías que puedan ser causa de los síntomas como el neurinoma del nervio acústico, la esclerosis múltiple, un accidente isquémico transitorio (AIT) u otras causas orgánicas.

¿Existe tratamiento?

La gran mayoría de los pacientes llevan una vida normal. Para adecuar el tratamiento a cada paciente deben valorarse la edad, el estado general, la audición y la función vestibular.

En las crisis de vértigo es útil realizar tratamiento farmacológico con sulpiride o tietilperazina cada 8 horas. También se suele recomendar la betahistina, sobre todo como tratamiento a largo plazo del control de la crisis, pero no ha demostrado su eficacia en el control de estas ni en la mejoría de la hipoacusia o el acúfeno.

Cuando el tratamiento farmacológico no basta se pueden llevar a cabo técnicas invasivas. En caso de hipoacusia inexistente o leve, se puede aplicar una inyección de dexametasona intratimpánica, o bien aplicar presión pulsátil sobre el conducto auditivo externo, o bien descomprimir quirúrgicamente el saco endolinfático. En los casos en los que la hipoacusia es moderada, se puede optar por la inyección intratimpánica de gentamicina, con un riesgo de hipoacusia irreversible del 30%.

En caso de hipoacusia severa se puede realizar una laberintectomía, que comporta la pérdida completa de la audición de ese oído pero controla el vértigo al 100%. Asimismo, se puede optar por la extirpación del nervio vestibular, con lo cual se controlará el vértigo en el 95% de los casos pero el riesgo de hipoacusia es casi del 20%.

Medidas preventivas

No existen medidas específicas contra la enfermedad de Ménière. Si se padece cualquier patología otológica que pueda desencadenarla es preciso que la valore siempre el especialista y en caso de presentar síntomas de vértigo e hipoacusia acudir cuanto antes al otorrinolaringólogo.

Lo que debes saber:

  • La enfermedad de Ménière se produce por una alteración del equilibrio natural entre los líquidos del oído interno.
  • El síntoma más habituales es sensación de vértigo rotatorio, acompañado de náuseas y vómitos. Sin embargo, la patología no impide llevar una vida normal.
  • Cada paciente tiene un tratamiento concreto según la edad, el estado general, la audición y la función vestibular.