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La asistencia después del nacimiento debe ir encaminada a establecer una respiración normal, facilitar la alimentación del bebé, mantener una buena temperatura corporal evitar las infecciones y reducir a lo mínimo posible la separación entre madre e hijo.

La serie de actuaciones a llevar a cabo serían:

  • Valoración del recién nacido
  • Contacto piel con piel con su madre y estimulación.
  • Ligadura del cordón umbilical.
  • Favorecer la primera respiración.
  • Apgar 1º minuto.
  • Limpieza de secreciones.
  • Comprobar la permeabilidad de los orificios naturales: nariz, esófago, conductos auditivos y ano.
  • Mantener la temperatura (cuan térmica y abrigo del recién nacido con toallas calientes).
  • Test de Apgar a los 5 minutos.
  • Evitar infecciones en ojos y ombligo (se aplica una pomada antibiótica).
  • Administración de vitamina K.
  • Peso y talla del recién nacido.
  • Exploración física.
  • Identificación del recién nacido.
  • Facilitar el contacto y la relación madre e hijo.

Favorecer la primera respiración y limpieza de secreciones

Para ayudar al niño a realizar la primera respiración es necesario colocar al recién nacido en una postura adecuada con una ligera inclinación de la cabeza hacia abajo (cabeza más baja que los pies).

Las secreciones que el niño pueda tener en la boca, garganta y nariz le pueden impedir la respiración y la alimentación por lo que se limpian con un aspirador mecánico o una pera de goma (nunca con una gasa porque podemos producir lesiones).

Test de Apgar

Es una evaluación rápida del recién nacido que nos dice cómo está su estado general. Se mira el ritmo del corazón, el color, la vigorosidad, la respuesta a estímulos y los reflejos. Es un test de gran ayuda para saber si el bebé necesita algún cuidado especial. Se aplica en dos momentos: al minuto y al los 5 minutos después de nacer. La puntuación máxima es de 10 y, un bebé sano y sin problemas, obtiene una puntuación mayor de 8. Si la puntuación es muy baja (menor de 5) es posible que el bebé tenga problemas en el sistema cardiorrespiratorio o haya tenido dificultades durante el parto.

Mantener la temperatura

Al recién nacido le cuesta regular la temperatura y se enfría fácilmente. Es importante ponerlo, en el paritorio, bajo una fuente de calor (28-30ºC) y secar la humedad de su piel con un paño estéril.

Cuando nace el cambio de temperatura es muy brusco y el bebé pierde una gran cantidad de calor corporal por varios motivos: desnudez, la temperatura del paritorio o quirófano es baja, la piel está mojada, tiene pocas reservas de grasa. Si no le ayudamos a mantenerse caliente, el recién nacido puede tener problemas: bajada de glucosa, alteraciones metabólicas (acidosis) y, en situaciones extremas, la muerte. Si con las medidas habituales no controlamos la temperatura, se pone al bebé en una incubadora.

Comprobar la permeabilidad de los orificios

Hay que explorar la boca para asegurar que no hay anomalías en el paladar; también se comprueba que la nariz y el ano sean permeables (estén abiertos y no haya ninguna dificultad al paso de una sonda). También se pasa una sonda por el esófago para comprobar que es normal y que conecta con el estómago.

Estas maniobras detectan posibles problemas que puedan dificultar la alimentación y la respiración.

Relación madre-hijo

Se debe fomentar desde el primer momento el contacto de la madre con el recién nacido colocándoselo sobre el vientre y pecho. Hay que aprovechar las dos primeras horas de alerta que tiene el bebé tras el nacimiento para que esté en contacto directo con su madre «piel con piel» y se le ofrezca el pecho. De esta manera, el recién nacido regula mejor sus temperatura y se establece una buena base para una lactancia materna excelente.