Tortícolis: causas y tratamiento

Resumen del contenido
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Su nombre proviene del latín tortus (torcido) y collum (cuello), y se trata de un trastorno muscular que causa rigidez, dolor y dificultad para mover el cuello. En casos graves, puede haber dolor que se irradia hacia los hombros, la cabeza o la parte superior de la espalda. Cuando una persona tiene tortícolis, es posible que tenga que girar todo el cuerpo, en lugar de solo el cuello, para mirar hacia un lado o por encima del hombro.
Tortícolis adquirida
Tortícolis aguda
Suele estar causada por una contracción dolorosa de los músculos del cuello debida a:
- Mala postura al dormir o al usar el ordenador o el teléfono móvil.
- Movimientos bruscos, como girar la cabeza de lado a lado de manera repetitiva o tras un traumatismo que produzca un desplazamiento de la cabeza hacia un lado.
- Estrés o tensión emocional.
- Exposición prolongada al frío.
- Lesiones cervicales como artrosis, traumatismos o hernia discal en la columna cervical.
- Infecciones en la zona de la cabeza o el cuello.
- Efectos secundarios de medicamentos: Por ejemplo bloqueadores de los receptores de la dopamina, antieméticos (metoclopramida…) o el abuso de cocaína.
Tortícolis espasmódica o distónica
Es un trastorno raro y de tipo crónico que implica contracturas dolorosas o espasmos intermitentes de los músculos del cuello que llevan a una posición anormal de la cabeza que se gira hacia un lado o se inclina hacia delante o hacía atrás.
- Por lo general, los síntomas empiezan de forma gradual y en algunas ocasiones desaparecen sin tratamiento.
- Los síntomas empeoran con el estrés.
- Los pacientes pueden descubrir trucos sensoriales, como tocarse el lado opuesto de la cara, que reducen la postura distónica y pueden suspender temporalmente los espasmos.
- Afecta con mayor frecuencia a personas de mediana edad y sobre todo a mujeres.
- Su origen puede estar en una alteración en los ganglios basales del cerebro que participan en el control de la actividad motora voluntaria.
- En algunos casos existen antecedentes familiares y puede tener una base genética.
- Puede estar asociada a trastornos neurológicos como la Enfermedad de Parkinson o ser secundaria, por ejemplo, a un traumatismo craneoencefálico.
Tortícolis paroxística benigna de la infancia
Es un trastorno raro y transitorio que afecta principalmente a lactantes y niños pequeños y que tiende a resolverse por sí sola en la mayoría de los casos antes de los 5 años.
- Se caracteriza por episodios recurrentes de tortícolis que se autolimitan en unas horas o días y que se acompañan de otros síntomas como apatía o irritabilidad, vómitos, palidez, sudoración, marcha inestable, postura anormal del tronco y mirada desviada hacía arriba.
- El examen neurológico es normal entre los ataques.
- Está relacionada con la migraña infantil.
- Generalmente no requiere tratamiento.
Tortícolis muscular congénita
Está presente desde el nacimiento y generalmente causada por un acortamiento del músculo esternocleidomastoideo (un músculo del cuello).
- La contractura puede ser el resultado de una posición anómala del feto durante el embarazo, un parto complicado o por fibrosis en el músculo.
- Puede asociarse a anomalías vertebrales, anomalías en la cadera…
Hay que hacer el diagnóstico diferencial con otras causas de tortícolis presentes en el momento del nacimiento como la secundaria a malformaciones congénitas en las vértebras cervicales o malformaciones neurológicas.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico suele ser clínico y en el caso de la tortícolis aguda no suelen requerirse exploraciones complementarias.
Si el origen de la tortícolis no está claro, los síntomas son graves o se sospecha una causa subyacente pueden solicitarse:
- Estudios radiológicos: radiografías cervicales, resonancia magnética (RM) o tomografía computarizada (TAC) de la columna y/o del cerebro o para valorar la zona de la cabeza y el cuello.
- Ecografía: en bebés, para evaluar el músculo esternocleidomastoideo y detectar fibrosis en casos de tortícolis muscular congénita.
- Análisis de laboratorios y /o cultivos: si hay sospecha de infecciones o enfermedades inflamatorias.
- Electromiografía (EMG): permite valorar si hay una actividad eléctrica anormal en los músculos afectados.
¿Qué tratamiento tiene?
Dependerá de la causa, pero puede incluir:
Tortícolis aguda
- Reposo.
- Aplicar calor o frío en la zona afectada.
- Masajes suaves.
- Uso de analgésicos o relajantes musculares.
- Ejercicios de estiramiento.
- No es recomendable el uso de un collarín cervical.
Tortícolis espasmódica
- Terapias físicas y rehabilitación.
- Medicamentos específicos para tratar distonías administrados por vía oral y que actúan como relajantes musculares.
- Inyecciones de toxina botulínica (Botox®) para aliviar los espasmos. La mayoría de las personas con distonía cervical experimentan una mejora con estas inyecciones, que frecuentemente se repiten cada tres o cuatro meses.
- Estimulación cerebral profunda: A través de unos electrodos implantados en el cerebro se estimulan determinadas áreas del cerebro.
Tortícolis congénita
- Terapia física temprana para estirar los músculos.
- En casos severos, cirugía correctiva.
Signos de alarma
Ante cualquier tortícolis, si el dolor persiste o es recurrente, o se acompaña de cualquier signo de alarma como fiebre, dolor de cabeza, náuseas o vómitos, somnolencia u otros síntomas es importante consultar a un médico para descartar problemas más serios, como lesiones estructurales o enfermedades neurológicas.
Si crees que puedes haber sufrido o estar sufriendo tortícolis, recuerda que con el Seguro de MAPFRE Salud podrás realizar sesiones de rehabilitación de la mano de los mejores especialistas.
Lo que debes saber…
- Hay varios tipos de tortícolis en función de la causa que la produce. Básicamente puede ser adquirida, o bien presentarse desde el nacimiento (tortícolis muscular congénita).
- El diagnóstico suele ser clínico y en el caso de la tortícolis aguda no suelen requerirse exploraciones complementarias.
- La tortícolis aguda, la más común, se trata con reposo, aplicación de calor o frío en la zona afectada, masajes suaves, uso de analgésicos o relajantes musculares, ejercicios de estiramiento, no siendo recomendable el uso de un collarín cervical.
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