Las enfermedades que afectan a las articulaciones, especialmente la artrosis, son patologías de enorme frecuencia entre la población anciana. Se suma el hecho que estos procesos, debido al dolor y la deformidad que producen, son causa de inmovilidad y por […]
Las enfermedades que afectan a las articulaciones, especialmente la artrosis, son patologías de enorme frecuencia entre la población anciana. Se suma el hecho que estos procesos, debido al dolor y la deformidad que producen, son causa de inmovilidad y por tanto de incapacidad física y dependencia en esta población.
La artrosis es una enfermedad caracterizada por el progresivo deterioro de la articulación. Este envejecimiento se inicia en el cartílago articular, que se deteriora paulatinamente y pierde su integridad. El cartílago articular ejerce dos importantes funciones: favorece que los huesos se deslicen entre ellos sin apenas fricción y además reparte las tensiones mecánicas evitando que los huesos se rompan al cargar las articulaciones. A medida que el cartílago se desestructura, se altera y se produce una formación reactiva del hueso subyacente al cartílago y en los márgenes de las articulaciones para soportar las fuerzas mecánicas, formándose prominencias óseas llamadas osteofitos. Estos cambios, entre otros, terminan produciendo una insuficiencia de dicha articulación, con limitación del movimiento.
La artrosis es una enfermedad crónica y progresiva que afecta a una o varias articulaciones, principalmente en manos, en las articulaciones de carga como las rodillas o las caderas, o en ciertas articulaciones de la columna vertebral. Se presenta dolor, deformidad y limitación de los movimientos de la articulación afecta.
Tradicionalmente la artrosis se ha dividido o clasificado en dos tipos:
- Artrosis idiopática o primaria, que es la forma más habitual. No existe aparentemente ningún factor predisponente y la causa del progresivo deterioro del cartílago y la articulación es desconocida.
- Artrosis secundaria, donde es identificable una alteración previa de la articulación. Algunas de las muchas causas de artrosis secundarias son los traumatismos previos (por ejemplo lesión del menisco de la rodilla), los traumatismos repetidos en algunas profesiones o enfermedades congénitas previas de la articulación.
Aunque en la mayoría de los casos no se da una causa conocida, existen una serie de factores de riesgo conocidos para el desarrollo de artrosis como son la edad o la obesidad en el caso de la artrosis de rodilla. Como se ha comentado, la presencia de artrosis está fuertemente relacionada con la edad.
Esta asociación de la enfermedad con la edad ha llevado a sugerir que la artrosis esté relacionada con el envejecimiento en sí mismo. Sin embargo, esto no es exactamente así, puesto que los cambios en el cartílago y otros tejidos de la articulación que se producen al envejecer son diferentes a los que se observan en la artrosis, si bien estos cambios bioquímicos en el cartílago envejecido pueden facilitar su aparición y desarrollo.
El dolor de la articulación es el principal síntoma de la enfermedad. Suele ser un dolor que aparece con el uso de la articulación y mejora con el reposo, aunque en fases avanzadas de la enfermedad puede ser continuo. En algunos casos hay rigidez matutina de corta duración tras la inactividad. En ocasiones pueden aparecer periodos de inflamación y de pequeños derrames en la articulación, siendo ésta una fuente más de dolor. Al explorar las articulaciones éstas suelen estar deformadas y crepitar al moverlas, como si los huesos rozaran entre sí. En fases avanzadas de puede observar pérdida de movilidad y fijación de la articulación (anquilosis).
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