El corazón, como la mayoría de órganos del cuerpo humano, está revestido por una capa que le protege, el pericardio. El pericardio es una envoltura formada por dos capas, el pericardio seroso, la más interna, la que está en contacto directo con el corazón, y el pericardio fibroso, más externa, más resistente y con menor capacidad para expandirse. Entre ambas capas del pericardio se halla una escasa cantidad de líquido, el líquido intrapericárdico, que las lubrica de manera constante y permite que de este modo el corazón se mueva con facilidad durante la contracción. Si por el motivo que sea se produce una inflamación brusca de las capas del pericardio, comprometiendo su funcionamiento y, consecuentemente, alterando en parte la función cardíaca, se dice que el paciente sufre una pericarditis aguda.

¿Cómo se produce?

La pericarditis aguda tiene una prevalencia de alrededor del 1% en la población general y se calcula que el 5% de los dolores torácicos por los que se consulta en urgencias son por esta causa. Aproximadamente el 80% de las pericarditis agudas que se producen son de origen desconocido, lo que se denomina idiopático, aunque se asume que la gran mayoría de ellas pueden ser causadas por una infección viral, como por ejemplo adenovirus, echovirus, influenzavirus o del grupo coxsackie. De todos modos, el diagnóstico, el tratamiento y el pronóstico no varían en función del virus causante.

Otras causas posibles de la pericarditis aguda pueden ser:

  • Infecciones bacterianas
  • Tuberculosis
  • Infecciones por hongos
  • Infecciones parasitarias o por protozoos
  • Neoplasias primarias, como mesotelioma, sarcoma, fibroma o lipoma
  • Metástasis de otros tumores, como pulmón, mama, linfomas o leucemia
  • Enfermedades autoinmunes:
  • Artritis reumatoide
  • Lupus
  • Esclerodermia
  • Síndrome de Sjögren
  • Síndrome de Reiter
  • Espondilitis anquilosante
  • Polimiositis y dermatomiositis
  • Vasculitis
  • Síndrome de Behçet
  • Síndrome de Churg-Strauss
  • Secundaria a infarto agudo de miocardio, de manera precoz o tardía (síndrome de Dressler)
  • Disección aórtica
  • Neumonía
  • Tromboembolismo pulmonar
  • Alteraciones metabólicas
  • Traumatismos torácicos
  • Fármacos, como procainamida, fenitoína, isoniazida, hidralazina, etc.

Síntomas

La pericarditis aguda se caracteriza por la existencia de un dolor torácico acompañado de roce pericárdico y alteraciones del electrocardiograma.

  • El dolor de la pericarditis aguda se localiza en el centro del pecho o bien en la mitad izquierda del mismo. Es un dolor agudo, no opresivo, que aumenta con la inspiración profunda, al toser, al tragar o bien al tumbarse, mientras que característicamente mejora al incorporarse o inclinarse un poco hacia adelante. En ocasiones el dolor puede irradiarse hacia el cuello, el hombro o bien el estómago.
  • El paciente puede también presentar síntomas de infección genéricos, como fiebre, malestar general, dolor a nivel de músculos y articulaciones y, en ocasiones, sensación de falta de aire.

Al explorar al paciente y realizar la auscultación cardíaca en alrededor del 80% de los casos se puede apreciar el roce pericárdico, que es el resultado de la fricción que se produce entre las dos capas inflamadas del pericardio al desplazarse la una sobre la otra durante los movimientos cardíacos. Las características del roce que se produce pueden variar en función de la posición en la que se explore al paciente.

Diagnóstico

El diagnóstico esencial de la pericarditis se basará en la descripción del dolor que haga el paciente y en la auscultación cardíaca, siendo la presencia del roce pericárdico suficiente en ocasiones para establecer el diagnóstico.

  • Es esencial realizar un electrocardiograma para valorar las posibles alteraciones del mismo que se suelen dar en los pacientes con pericarditis aguda. Es característico de la pericarditis que el electrocardiograma presente unos cambios que se van modificando a lo largo de la evolución de la enfermedad. En general suelen darse 4 estadios distintos de alteraciones electrocardiográficas, pero solo la mitad de los pacientes los presentan todos. Asimismo, es esencial realizarlo para descartar que no existan signos de angina de pecho o infarto agudo de miocardio.
  • Se debe realizar también una analítica de sangre, para valorar signos de inflamación aguda y los leucocitos, que pueden estar elevados, especialmente a expensas de los linfocitos, así como los marcadores de daño miocárdico. En caso de sospecha de enfermedades autoinmunes se pueden buscar anticuerpos específicos de las mismas.
  • Un ecocardiograma permitirá valorar la movilización del corazón, así como la presencia de líquido en la cavidad del pericardio, pudiendo valorar la presencia de un derrame pericárdico importante o incluso un taponamiento cardíaco.
  • La radiografía de tórax podría ser normal, pero en ocasiones se puede ver una silueta cardíaca aumentada de tamaño, así como evaluar la presencia de condensaciones pulmonares o derrames pleurales. Inicialmente no sería necesario realizar otras pruebas de imagen más complejas.

En caso de que las pruebas anteriores no sean conclusivas o ante la sospecha ecográfica de un posible taponamiento cardíaco o un derrame grave, se podría plantear realizar una punción del pericardio, lo que se denomina pericardiocentesis.

Tratamiento

El tratamiento de la mayoría de las pericarditis, al ser de origen vírico, será eminentemente el destinado al control de los síntomas. Es una enfermedad que suele autolimitarse, es decir, curar por sí sola, a lo largo de entre 2 y 6 semanas.

Es importante que el paciente haga reposo. El tratamiento de los síntomas de malestar general, artromialgias y dolor torácico se tratará con aspirina o bien antiinflamatorios no esteroideos, como el ibuprofeno. En caso de cuadros resistentes al tratamiento o con la sospecha de una causa autoinmune, se podría plantear el uso de corticoides. La mayoría de los pacientes se curan de la pericarditis aguda sin secuelas, pero entre un 15% y un 30% pueden presentar pericarditis recurrentes a lo largo de un periodo de unos 10 años. Una complicación de la pericarditis aguda sería que se hiciese crónica —con una duración de más de 3 meses—, o la presencia de derrame pericárdico, taponamiento cardíaco o pericarditis restrictiva.

¿Se puede prevenir?

No existen medidas específicas para prevenir la pericarditis aguda. En caso de presentar síntomas compatibles con ella es aconsejable acudir a un centro de urgencias.

Lo que debes saber:
  • Inflamación brusca de las capas del pericardio que dificultan la función cardíaca.
  • El 80% son de causa desconocida, aunque se asume que la gran mayoría de ellas pueden ser causadas por una infección viral.
  • El dolor se localiza en el centro del pecho como un dolor agudo, no opresivo, que aumenta con la inspiración profunda, al toser, al tragar o bien al tumbarse. Se puede apreciar el roce pericárdico.