Inicio Enfermedades Digestivas Varices esofágicas: causas y tratamiento

Varices esofágicas: causas y tratamiento

Varices esofágicas
4 Min de lectura
Infórmate sobre las várices esofágicas, su relación con la cirrosis hepática, los síntomas de hemorragia y las medidas preventivas para proteger tu salud digestiva.
foto Montserrat marín
nº colegiada 0852980 - Especialista en medicina estética y anti-envejecimiento. de  | Web

Graduada en medicina UPF-UAB.

Máster en medicina estética y anti-envejecimiento COMB-UB.

Licenciada en Comunicación URL.

 

Las várices esofágicas son una de las complicaciones más graves de las enfermedades hepáticas crónicas. Aunque pueden pasar desapercibidas durante mucho tiempo, su ruptura puede provocar hemorragias potencialmente mortales. Entender por qué aparecen, cómo se detectan y qué podemos hacer para prevenirlas es dar un paso importante hacia el cuidado real de nuestra salud digestiva.

¿Qué son las várices esofágicas?

Imagina que las venas del esófago son como tuberías delgadas por donde pasa la sangre que regresa desde el aparato digestivo hacia el corazón, pasando antes por el hígado. Cuando ese “filtro” hepático se endurece o se daña, la sangre encuentra dificultades para fluir. La presión aumenta, y el cuerpo, sabio pero a veces imperfecto, busca caminos alternativos. Uno de esos desvíos son las pequeñas venas del esófago. Pero al recibir más sangre de la que pueden manejar, se dilatan y forman várices esofágicas: venas hinchadas y frágiles que, si se rompen, pueden sangrar con intensidad.

¿Por qué se producen?

La principal culpable es la hipertensión portal, un aumento anormal de la presión en la vena porta, el gran canal que lleva la sangre desde el intestino hasta el hígado. Y, casi siempre, detrás de esa hipertensión está la cirrosis hepática.

La cirrosis es el resultado final de muchas agresiones al hígado, el alcohol, los virus de la hepatitis, el hígado graso o algunas enfermedades autoinmune. Con el tiempo, el tejido hepático se va llenando de cicatrices que impiden el paso libre de la sangre. Es como intentar regar un jardín con una manguera llena de nudos.

No es la única causa. En ocasiones, la sangre se atasca por un coágulo (trombosis) en la vena porta o por infecciones poco frecuentes, como la esquistosomiasis, común en zonas tropicales. Pero todas comparten el mismo desenlace: la presión se acumula y las venas del esófago se expanden peligrosamente.

Cuando el cuerpo da señales: los síntomas

Durante mucho tiempo, las várices pueden estar ahí sin causar ningún síntoma. Nadie las siente, nadie las ve. A menudo se descubren por casualidad, en una endoscopia rutinaria de un paciente con cirrosis.
El problema aparece cuando una de esas venas se rompe. Entonces, la situación cambia por completo. De pronto, pueden presentarse vómitos con sangre roja o con aspecto de “posos de café”, heces negras y malolientes (melenas), o una sensación de mareo y debilidad extrema. En casos graves, el sangrado puede ser tan abundante que la presión baja bruscamente y aparece un shock. Es una emergencia que requiere atención médica inmediata.

Factores de riesgo

Las várices esofágicas no surgen de la nada. Son la consecuencia visible de un hígado que lleva tiempo sufriendo.
Entre los factores más frecuentes están:

  • El consumo crónico de alcohol, una de las principales causas de cirrosis.
  • Las hepatitis virales (B y C), que dañan el hígado de manera silenciosa durante años.
  • El hígado graso no alcohólico, cada vez más común por la obesidad y el sedentarismo.
  • Algunos medicamentos o tóxicos, que pueden alterar la función hepática.
  • Y también, en menor medida, factores genéticos o trombosis de la vena porta.

Además, cuanto más avanzada esté la enfermedad hepática, mayor es el riesgo de que esas venas se vuelvan grandes, tensas… y peligrosas.

Diagnóstico

La prueba clave es la endoscopia digestiva alta. A través de un tubo fino con una cámara, el médico puede ver directamente las várices, medir su tamaño y valorar si hay riesgo de sangrado. A veces se complementa con otras herramientas:

  • Una ecografía para observar la circulación del hígado.
  • Una elastografía, que mide la rigidez del tejido hepático (una especie de “ecografía delástica” que indica cuán fibroso está el hígado).

Y, por supuesto, análisis de sangre para evaluar la función hepática.

Estas pruebas ayudan a construir un mapa completo del estado del hígado y del riesgo de complicaciones.

En los Seguros de Salud MAPFRE contarás con todo tipo de pruebas necesarias y especialistas que te ayudarán a encontrar un diagnóstico para tu dolencia.

CALCULA TU PRECIO

Tratamiento: prevenir y controlar

El tratamiento se enfoca en dos frentes: prevenir que las várices sangren y actuar rápidamente si lo hacen.

En prevención, los betabloqueantes no selectivos son un pilar básico. Estos fármacos reducen la presión dentro de la vena porta, disminuyendo el riesgo de rotura.

La otra gran herramienta es la ligadura endoscópica, un procedimiento en el que el especialista coloca pequeñas bandas elásticas sobre las várices para cerrarlas. Es rápido, eficaz y evita muchos sangrados.

Cuando, a pesar de todo, ocurre una hemorragia, se aplican medidas más intensivas: fármacos que reducen la presión portal, transfusiones, y en casos seleccionados, la colocación de un shunt portosistémico (TIPS), una especie de “puente interno” que redirige la sangre y alivia la presión. En situaciones de cirrosis muy avanzada, el trasplante hepático puede ser la única solución definitiva.

¿Cómo prevenirlas?

Aquí la clave está en cuidar el hígado, siempre.

  • Evitar el alcohol o reducirlo al mínimo.
  • Mantener un peso saludable, con una dieta rica en frutas, verduras y alimentos frescos.
  • Vacunarse contra la hepatitis B y tratar a tiempo la hepatitis C.
  • Hacer ejercicio con regularidad y controlar la diabetes o el colesterol alto.

Y si ya existen várices diagnosticadas, seguir las indicaciones médicas es esencial: tomar los medicamentos correctamente, acudir a las revisiones endoscópicas y evitar antiinflamatorios o aspirina sin recomendación médica.

Lo que debes saber…

  • Las várices esofágicas no aparecen de repente. Son una señal de alerta, un mensaje del cuerpo que dice: “Tu hígado necesita atención”.
  • Cuidar el hígado es cuidar todo el sistema digestivo. Evitar el alcohol, mantener hábitos saludables y acudir a revisiones médicas periódicas son gestos sencillos, pero poderosos.
  • Porque, al final, la mejor medicina no siempre está en los fármacos, sino en la prevención y el conocimiento. Saber qué pasa dentro de nuestro cuerpo es el primer paso para protegerlo.

Bibliografía

  • Mayo Clinic. Esophageal varices.
Calcula tu seguro ahora
Publicado por Dra. Montserrat Marín Moreno
- 22 Nov, 2025

Comentarios (0)

Te puede interesar

SEGUROS DE SALUD

Ahora un 12% de descuento.

Cuadro Médico MAPFRE

Eres el centro de esta historia

0