LO QUE DEBES SABER…

  • La decepción es un proceso interno y sucede cuando uno no se relaciona con las personas tal y como son, sino tal y como uno cree que son o tal y como quiere que sean.
  • Aprender a manejarla pasa por aceptar que los demás no son ni se comportan como uno mismo, sino según su propio mundo de valores, creencias, principios y experiencias.
  • En algunos casos puede ser de utilidad hablar sobre estos sentimientos con alguien de confianza que ayude a contrastar y relativizar la situación.

 

A grandes rasgos

Cuanto mayor es el vínculo y la confianza con la otra persona y cuanto más concreta y definida es la expectativa, mayor será la decepción si no llega a cumplirse esta última. Generalmente, la decepción suele ir acompañada de otras emociones como la frustración, la tristeza, el enfado, la rabia o el hecho de sentirse engañado y desilusionado.

Es importante ser consciente de que lo que realmente decepciona no es la otra persona o el acontecimiento en sí mismo, sino la expectativa previa que se tenía en relación a ello. Por lo tanto, la decepción es un proceso interno y sucede cuando uno no se relaciona con las personas tal y como son, sino tal y como uno cree que son o tal y como quiere que sean.

Muchas de estas expectativas también están basadas en el propio mundo de valores y creencias personales o se construyen en consonancia con las propias experiencias. Por este motivo, en este proceso entran en juego factores como la idealización, la fantasía, la proyección, el deseo o la necesidad.

Cómo manejarla

Algunas claves a tener en cuenta para manejar estos estados de decepción son:

  • No generarse demasiadas expectativas respecto a los demás. Es importante tratar de ver y aceptar a las demás personas tal como son y no como uno quiere que sean, es decir, aceptar su individualidad y su libertad personal.
  • Entender que los demás no son ni deben ser como uno desea, ni es misión de los demás cumplir con las expectativas que uno se ha construido.
  • Aceptar que los demás no son ni se comportan necesariamente como uno mismo, sino en función de su propio mundo de valores, creencias, principios y experiencias.
  • Al construir expectativas y anticiparse a acontecimientos es necesario poder diferenciar los aspectos que dependen de uno mismo y los que no, y centrarse y trabajar en los primeros. Además, en relación a los segundos es importante aceptar que puede que sucedan o no.
  • Identificar y canalizar las emociones que surjan a raíz de las decepciones o desengaños experimentados. Es normal y legítimo sentir tristeza, rabia y frustración, pero cada uno debe aprender a encauzar dichas emociones.
  • En algunos casos puede ser de utilidad hablar sobre estos sentimientos con alguien de confianza que ayude a contrastar y relativizar la situación. Y, si es posible, y uno cree que puede serle beneficioso, también es recomendable compartir estos razonamientos sobre la situación creada y los sentimientos creados con la persona que ha provocado la decepción.
  • Aprender a perdonar y desprenderse de las emociones negativas para no caer en el rencor y el resentimiento, que generalmente dejan a la persona estancada.
  • Volver a confiar y a aproximarse a los demás, aunque a veces se necesite un tiempo previo de distancia para gestionar lo sucedido y poder afrontar las futuras relaciones y situaciones sociales con ánimo renovado.

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