Para conseguir un desarrollo integral lo que hacemos es practicar unos ejercicios de yoga de forma regular, una o dos o más veces por semana, guiados por un profesor o maestro, quien conoce bien los ejercicios de la práctica por haberla realizado infinitud de veces, y puede transmitirla en caliente, es decir, vivida intensamente por él o ella y no por haberla leído en un libro, escuchado en una conferencia, haberla aprendido en un cursillo… Y esa transmisión caliente hace que el practicante aprenda mucho más rápido y con más interés.  Por eso, a la hora de escoger centro de práctica, es mucho más importante el profesor o maestro que la rama del yoga a la que pertenezca; es importante evitar a toda costa las modas que tanto daño hacen al espíritu del yoga.
Supongo que os estaréis preguntando qué tipo de ejercicios constituyen esta práctica regular en la que consiste el yoga.  Esto depende mucho del tipo de yoga que se practique, si bien es cierto que los mayoritarios en nuestro país (hatha yoga, ashtanga, iyengar…) son métodos que dan mucha importancia a la parte física de la practica mediante el trabajo de las posturas.

Las asanas o posturas

Son el trabajo más visible del yoga, más estético, más llamativo en un primer momento. Consisten en la colocación del cuerpo en una determinada posición para favorecer la circulación de la sangre, de la linfa, el masaje de los órganos internos, la oxigenación de los pulmones y la sangre, el estiramiento muscular, la apertura de las articulaciones, la producción de hormonas.
Por suerte hay muchos tipos y niveles de asanas, así pues todo practicante puede encontrar no sólo su grupo de trabajo sino también el punto exacto hasta el que puede hacer una postura; el yoga, entonces, se adapta a todos y todas con la ayuda del profesor o maestro y de nuestra prudencia y atención.
Pero el yoga es mucho más que eso, y el abanico que nos ofrece es muy amplio y, afortunadamente, podemos acogernos a lo que más nos interese. Así podemos priorizar el trabajo y aprendizaje de la respiración, otro de los pilares fundamentales del yoga. La respiración es muy trabajada en el hatha yoga, pero aparte de las asanas, en lo que se conoce como pranayama o respiración energética. Mientras, en el ashtanga, está más sincronizada con las posturas y en el Kundalini se emplea con vehemencia, con la intención última de despertar la energía.

La parte mental

Es quizá menos utilizada o, digamos, menos popular, pero nunca podríamos decir que es menos propia del yoga. Siempre hay algo de trabajo mental, por ejemplo, cuando realizamos las posturas, pues tenemos una concentración muy importante. Pero no es un trabajo mental tan fuerte y transformador como podría serlo la meditación, una práctica que está ganando adeptos pero que dista mucho de ser tan popular como la parte física del yoga, aunque seguramente irá al alza. No es tan popular por su dificultad, pues a la mayoría le cuesta más no hacer nada que hacer un montón de cosas. Así, en contra de lo que podría parecer, la meditación es más difícil que el trabajo físico.
Pero la parte del yoga que más necesita nuestra sociedad son, seguramente, las herramientas que nos ayudan a relajar. ¿Quién no es ya consciente que nuestra sociedad vive acelerada, que nuestra mente no tiene reposo, que nuestro cuerpo se tensa pero no se destensa? Pero, ¿quién hace algo para evitarlo? Por suerte, cada vez más gente. El yoga es la herramienta ideal para alcanzar la relajación. Como todo, necesitamos un tiempo de aprendizaje, más si nuestra situación ya es de estrés o ansiedad acusada. Pero, dejadme insistir, tanto desde el aspecto postural y respiratorio, como desde el mental, el yoga incide espectacularmente en los niveles de estrés, agitación, nerviosismo, insomnio… Sólo nos pide un poquito de regularidad.

Aplicaciones

Por todo lo que hemos visto hasta ahora, se deduce que el yoga es muy útil para prevenir y colaborar en la recuperación de múltiples patologías y enfermedades, pues favorece la vitalidad del organismo en todos sus niveles: muscular, orgánico, hormonal, circulatorio, craneal. Con estos efectos es fácil de entender porque ayuda en muchísimas de las patologías que padecemos, desde dolores de espalda hasta varices, pasando por asma y dolores de cabeza. Ahora bien, es cierto que hay ciertas contraindicaciones, la más notable de todas, por su mayor presencia, es la del estado febril: si hay fiebre es mejor no practicar hasta restablecerse la temperatura habitual.
Aunque todas las facetas del yoga son adecuadas para la prevención y colaboración en el tratamiento de las patologías en cuestión, podemos aconsejar un poquito más en la elección. Si tenemos la musculatura tensa, dolores articulares, digestiones difíciles sin causa aparente, debilidad general, mala postura, o falta de consciencia corporal, los asanas nos irán estupendamente. Si necesitamos relajarnos, padecemos estrés, ansiedad, nerviosismo, o falta de vitalidad, la respiración y la visualización serán nuestras elecciones. Si queremos transformarnos, entonces escogeremos la meditación. Y si no nos gusta elegir y tenemos tiempo y ganas, escogeremos las tres.
Pero cuando empecéis a practicar yoga, o si ya sois practicantes habituales, sabréis que cada vez más se practica simplemente porque apetece, por la sensación de bienestar que aporta, y todas las ventajas que hemos visto hasta ahora se nos antojan como un estupendo además.
No olvides que con tu Seguro de MAPFRE Salud cuentas con las mejores coberturas, como la ayuda personalizada a domicilio o asistencia médica especializada.

CALCULA TU PRECIO

Lo que debes saber…

  • El yoga trata al ser humano en toda su dimensión, tanto físico como mental.
  • Las posturas favorecen la circulación sanguínea y linfática, la oxigenación de los pulmones y la sangre, el estiramiento muscular, etc.
  • Ayuda en casos de dolor de espalda, varices, asma, dolor de cabeza…

Nota informativa: los contenidos incluidos en esta sección ofrecen información relativa a terapias existentes explicadas por especialistas con experiencia en la materia con un objetivo divulgativo. MAPFRE no pretende en ningún caso posicionarse sobre su idoneidad ni promover expresamente su uso.