Tomar o no tomar el sol

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A la mayoría nos favorece tener la piel algo bronceada; nos sentimos y nos perciben más activos, más sanos, más jóvenes…  Sin embargo, la mayoría también sabemos que este sol, que tanto anhelamos tiene una cara negativa que es necesario conocer y controlar para poder disfrutar, sin riesgos, de sus beneficios.
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Mercè Camps Miro
Farmacéutica, especialista en Dermofarmacia de Blog Salud MAPFRE

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Tomar el sol mejora el humor y favorece la asimilación de calcio, pero tomarlo con exceso causa quemaduras, fotoenvejecimiento, fotosensibilización e incluso cáncer.

Las radiaciones solares

La superficie de la Tierra, y  los humanos que nos encontramos en ella, recibimos parte de las radiaciones que emite el Sol, mientras que otra parte importante no penetran la atmósfera que envuelve la Tierra. Además de las radiaciones que corresponden al espectro visible, el de los colores, nos alcanzan las radiaciones Ultravioletas (UV) y las Infrarrojas (IR).

Entre las UV tenemos las UVB, causantes del eritema o bronceado solar, que penetran en nuestra piel sólo hasta la epidermis, y las UVA, que causan bronceado directo por activación del pigmento melanina y penetran hasta nuestra dermis. Por último, nos alcanzan las radiaciones infrarrojas IR, que no broncean nuestra piel, pero sí la calientan hasta la capa más profunda, que es la hipodermis.

Junto con el beneficio estético sobre la piel, ya citado, las radiaciones del sol nos dan calor,  nos ponen de buen humor y contribuyen a que nuestros huesos asimilen el calcio al favorecer la síntesis de la vitamina D, imprescindible para la salud ósea.

No obstante, las mismas radiaciones, si no regulamos el tiempo y el modo de exponernos a ellas, pueden causar efectos nocivos: desde la quemadura solar, hasta la fotosensibilización, el fotoenvejecimento  y el cáncer cutáneo. Las lesiones dependerán de la capa más o menos profunda de la piel que quede afectada y las veces que se repita la agresión.

El factor de protección congénito: los fototipos

En la piel humana existe a nivel dérmico el pigmento melanina que se activa con el sol, asciende a la superficie de la piel, causa la apariencia de “bronceado” y actúa como una “coraza” que impide la penetración al interior de radiaciones posteriores.

Ahora bien, no todos tenemos la misma cantidad de melanina y a simple vista distinguimos pieles muy blancas, con muy poca melanina en individuos de ojos claros y de imposible bronceado y también, pieles oscuras en individuos de ojos negros que siempre están bronceados.

Estas tipologías se denominan Fototipos y los expertos distinguen 6 tipos (en ascenso del 1 al 6)  que indican el grado de protección natural de una persona frente a la radiación solar.

¿Qué hacer cuando uno tiene un Fototipo bajo?

En el siglo XIX y principios del XX la solución pasaba por protegerse del sol cubriéndose con ropa, sombreros y sombrillas. Por fortuna, desde los años 40 la ciencia cosmética nos ofrece la posibilidad de complementar o suplir nuestra melanina con sustancias capaces de absorber o repeler las radiaciones UV con los llamados “filtros solares” que se incorporan a formulaciones cosméticas en mayor o menor proporción según el Fototipo de piel al que van indicados. Se distinguen:

  • Filtros químicos: que actúan por absorción de la radiación solar ultravioleta, su porcentaje varia en las formulas según a la piel a quien vayan destinados.
  • Filtros físicos: que actúan por reflexión de la luz y se emplean solos o como complemento de los anteriores cuando se requiere mayor protección
  • Filtros biológicos: sustancias antioxidantes que evitan la formación de radicales libres y recuperan las defensas cutáneas que el sol destruye.

¿Qué es el FPS o SPF?

Los Fotoprotectores que encontramos hoy en día en el mercado incorporan un número que corresponde a su Factor de Protección Solar o Sun Protection Factor. Este número indica el nivel de protección frente a los UVB, es decir, cuanto más un producto fotoprotector aumenta la capacidad de defensa natural de una piel. Si  una persona empieza a quemarse después de 20 minutos al sol, con un producto de, por ejemplo SPF 20, tardaría 20 x 20 en llegar al mismo nivel de quemadura.

SPF 50 palabra escrita en la arena y botella blanca con crema bronceadora.

Los métodos de valoración de los SPF están regulados por organismos internacionales  (FDA y COLIPA) con distintos protocolos que, sin embargo, tienen algo en común: aplican sobre la piel una capa continua de producto y en cantidad suficiente para cubrir la piel a proteger.

Los dermatólogos recomiendan como mínimo un SPF 15 incluso para fototipos 5 o 6, a la vez que la Unión Europea recomienda que el FPS máximo sea 50+ y aconseja evitar nomenclaturas: “extrem”; “pantalla total”… que únicamente llevan a confusión.

Pero un buen fotoprotetor, en la actualidad, también debe evitar los efectos de los UVA.  No existen índices similares al SPF referentes al filtrado de las radiaciones UVA, ahora bien la legislación internacional determina que para que un producto proclame que protege frente a los UVA la cantidad de este filtro debe ser como mínimo 1/3 del filtro UVA.

Por último, algunas firmas están incorporando sustancias que contrarrestan la acción de los rayos IR (infrarrojos). Habrá que seguir la evolución de estos productos.

A modo de conclusión es importante no olvidar que los fotoprotectores tópicos tienen una importante misión, prevenir los efectos adversos agudos y crónicos de una excesiva exposición solar:

  • Impedir el eritema solar, en la fase aguda.
  • Retrasar el fotoenvejecimiento.
  • Reducir el riesgo de aparición de carcinomas y posiblemente también de melanomas.

Consideraciones cosméticas

Además del valor del FPS frente al UVB y la presencia en la fórmula de productos filtrantes del UVA y correctores del IR hay algunas consideraciones más a la hora de seleccionar un producto para el sol. Se trata de consideraciones cosméticas del tipo de formulación en forma de: emulsión más o menos grasa, gel graso o gel no graso, aceite en spray…

Se elegirá el producto más adecuado según el estilo de vida y según la zona del cuerpo a proteger. A un surfista le convendrá un gel no graso que no le haga resbalar, en cambio a un niño de siete años que se pase el día de playa entre la orilla y el agua habrá que aplicarle una emulsión water-proof con un elevado porcentaje graso.

Para la cara de una mujer de más de 40 años, por ejemplo, se elegirá una crema muy hidratante y para su cuerpo un aceite en spray…

En cualquier caso, es importante insistir en que un producto Fotoprotector debe aplicarse, antes de salir de casa, a poder ser con calma y en una capa generosa por todo el cuerpo. Una vez bajo el sol será necesario reaplicarlo si uno se baña o suda mucho. De no hacerlo así no es aplicable el concepto de FPS explicado anteriormente, ya que la teoría de la foto protección no funciona si no se pasa a la práctica.

Cuidemos nuestra piel día a día, especialmente frente al sol. Tenemos una sola piel que nos tiene que acompañar toda nuestra vida, así que… ¡procuremos que sea con el mejor aspecto posible!

Lo que debes saber…

  • Beneficios: el sol broncea, da calor, mejora el humor y favorece la asimilación de calcio.
  • Peligros: tomado en exceso causa quemaduras, fotoenvejecimiento, fotosensibilización e incluso cáncer.
  • La solución: utilizar un fotoprotector adecuado a nuestro tipo de piel.

 

Publicado por Mercè Camps Miro
- 30 Jun, 2021
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