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Claudicación intermitente: causas y síntomas

Corredor con dolor de piernas
4 Min de lectura
La claudicación intermitente es un dolor en las piernas por mala circulación. Descubre sus síntomas, causas y tratamientos para mejorar la circulación.
foto Montserrat marín
nº colegiada 0852980 - Especialista en medicina estética y anti-envejecimiento. de  | Web

Graduada en medicina UPF-UAB.

Máster en medicina estética y anti-envejecimiento COMB-UB.

Licenciada en Comunicación URL.

 

La claudicación intermitente es como una señal de socorro que mandan nuestras piernas cuando no les llega suficiente sangre durante el ejercicio. Es un dolor que se percibe al caminar y se va al ponerse de pie, como si el cuerpo dijera: «déjame, no puedo más». Este síntoma constituye una manifestación de la enfermedad arterial periférica (EAP), una enfermedad circulatoria en la que se estrechan las arterias de las extremidades (generalmente en las piernas) y no llega suficiente oxígeno a los músculos. Si bien muchas personas lo atribuyen al cansancio o «a la edad», la claudicación intermitente es una señal sutil que puede revelar problemas vasculares no reconocidos durante años.

Síntomas principales

El síntoma más común es dolor en los músculos al caminar cierta distancia. No es agudo, sino más bien calambres, pesadez y cansancio que obligan a detenerse. Lo más frecuente es que el dolor se localice en las pantorrillas, pero si la obstrucción se encuentra más alta, pueden doler los muslos o incluso las nalgas.

Algunas otras señales que pueden acompañar este cuadro son:

  • Pies más fríos de lo normal.
  • Piel pálida o uñas de crecimiento lento.
  • Heridas que tardan en cicatrizar, algo que desespera a quien las sufre.

En estadios más avanzados, el dolor se presenta incluso en reposo, sobre todo por la noche. Cuando ocurre, a menudo es una señal de advertencia.

¿Por qué surge?

La más frecuente es la aterosclerosis, proceso en el que se van acumulando depósitos de grasa, calcio… junto con otras sustancias en la pared de las arterias. Es una enfermedad silenciosa: avanza lentamente y cuando da la cara, ya hay cierto grado de obstrucción.

Además de la aterosclerosis, hay otras causas menos comunes:

  • Vasculitis o enfermedades inflamatorias de los vasos.
  • Compresión arterial por estructuras anatómicas vecinas.
  • Anomalías congénitas.
  • Bloqueos repentinos por coágulos, lo que causa síntomas más repentinos.
  • Asociación con otras enfermedades

Y es que la rendición esporádica rara vez viene sola. Muchas veces se asocia a otras enfermedades cardiovasculares. Un paciente con EAP tiene mayor probabilidad de tener:

  • Cardiopatía isquémica (angina, infarto).
  • Enfermedad cerebrovascular (ictus).
  • Aneurismas, sobre todo de la aorta abdominal.

De hecho, muchas veces la EAP es una «ventana» para asomarse a lo que está sucediendo en otras partes del sistema circulatorio.

Factores de riesgo

Cuando se analizan los factores de riesgo para desarrollar claudicación intermitente, rápidamente se identifica una misma característica: la mayoría son factores modificables, relacionados con el estilo de vida y otras enfermedades crónicas. Los más importantes son:

  • Tabaquismo, la principal causa.
  • Diabetes mellitus, sobre todo si no está controlada.
  • Hipertensión arterial.
  • Colesterol alto.
  • Sedentarismo y sobrepeso.
  • Edad avanzada, aunque cada vez se ven casos en personas más jóvenes.

Y manipular estos factores no solo es posible, sino que puede cambiar el curso de la evolución.

Posibles complicaciones

El tiempo que transcurra sin tratarlo puede causar graves complicaciones. Entre las principales están:

  • Dolor en reposo: isquemia más grave.
  • Úlceras en los pies o en las piernas que son dolorosas y de lenta curación.
  • Gangrena, sobre todo en diabéticos mal controlados o en fumadores inveterados.

Además, y esto a veces sorprende a los pacientes, la claudicación intermitente se relaciona con un mayor riesgo de infarto de miocardio o ictus.

Exámenes para el diagnóstico

El diagnóstico generalmente es sencillo. Inicia con una historia clínica completa y un examen físico, en el cual el médico palpa los pulsos en las piernas. A partir de ahí, se suelen emplear distintas pruebas específicas:

  • Índice tobillo-brazo (ITB): Una prueba sencilla, rápida y sin dolor. Compara la presión arterial del tobillo con la del brazo. Cuando el resultado es bajo, sugiere fuertemente una EAP.
  • Eco-Doppler arterial: Hace posible “ver” la sangre a través de las arterias y determinar el punto de obstrucción.
  • Angio-TC o angio-RM: Proporcionan imágenes muy detalladas, lo que puede ser útil para planificar una intervención en caso de ser necesario.
  • Arteriografía: Es la prueba más exacta, pero no siempre se utiliza. Se suele indicar en situaciones complejas o cuando se plantea un tratamiento quirúrgico o invasivo.

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Corredor con dolor de piernas

Tratamientos disponibles

El tratamiento implica cambios en el estilo de vida, medicamentos y, en algunos casos, procedimientos para mejorar el flujo sanguíneo. El tratamiento tiene como objetivo aliviar los síntomas y prevenir que la enfermedad avance.

Cambio de hábitos

  • Dejar de fumar. No hay mejor consejo que este.
  • Caminar 30-45 minutos varias veces por semana, idealmente en programas supervisados.
  • Tener bien controlados la glucosa, la presión arterial y el colesterol.
  • Seguir una dieta cardiosaludable, como la mediterránea, rica en frutas, verduras, legumbres y pescado.
  • A veces los pacientes refieren que, tras varias semanas de caminatas regulares, pueden cubrir distancias que al principio parecían inalcanzables. Y eso siempre es una buena señal.

Tratamiento farmacológico

  • Antiagregantes plaquetarios (aspirina, clopidogrel) en prevención cardiovascular global.
  • Estatinas, que contribuyen a estabilizar las placas ateroscleróticas.
  • Medicamentos específicos como el cilostazol, que en algunos pacientes aumenta de forma evidente la distancia que pueden recorrer sin dolor.

Tratamientos intervencionistas y cirugía

  • Cuando el dolor interfiere con las actividades diarias o hay riesgo de isquemia grave:
  • Angioplastia, con o sin stent.
  • Bypass arterial: crea una ruta alternativa para la sangre.
  • Endarterectomía, en la cual se extrae la placa que está causando la obstrucción.

La claudicación intermitente no es solo dolor al caminar, sino una oportunidad de descubrir una enfermedad vascular a tiempo. Identificar sus síntomas, consultar precozmente y adquirir hábitos saludables puede marcar la diferencia en el pronóstico y, sobre todo, en la calidad de vida. Y es que cuidar la circulación no es solo cuidar tus piernas… es cuidar tu corazón y tu futuro.

Lo que debes saber…

  • La claudicación intermitente es un síntoma de la enfermedad arterial periférica (EAP), caracterizado por dolor o calambres en las piernas al caminar debido a una falta de riego sanguíneo que mejora con el reposo.
  • Su causa principal es la aterosclerosis, aunque existen otras causas menos frecuentes, y se asocia a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares como infarto, ictus y aneurismas.
  • Su diagnóstico es accesible y el tratamiento combina cambios de estilo de vida, medicación y, en casos graves, intervenciones, con especial importancia en dejar de fumar, caminar regularmente y controlar factores de riesgo como diabetes, hipertensión y colesterol.

Bibliografía

  • MedlinePlus. Enfermedad arterial periférica. Disponible en: Medline Plus
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Publicado por Dra. Montserrat Marín Moreno
- 22 Dic, 2025

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