Representa un hecho que habitualmente cambia súbitamente las capacidades y la autonomía del paciente. El pronóstico de estos pacientes empeora por la frecuencia con que se presentan recurrencias o trastornos vasculares concomitantes en otros sistemas del organismo (enfermedad vascular periférica, angiopatía coronaria), hecho que conlleva grandes repercusiones en la funcionalidad y en la calidad de vida.

Factores de riesgo

Los principales factores de riesgo de la enfermedad cerebrovascular son la edad, el género, la hipertensión arterial, la cardiopatía isquémica, las arritmias cardíacas, la dislipemia, la diabetes mellitus y la estenosis carotídea asintomática. Otros factores de riesgo relacionados con esta patología incluyen la presencia de alteraciones hematológicas, el tabaquismo, el alcoholismo, la hiperuricemia, entre otros. La edad y el sexo son los únicos factores de riesgo no modificables.

Hipertensión

La hipertensión arterial es el principal factor de riesgo de la enfermedad cerebrovascular isquémica y hemorrágica. Su control estricto, mediante modificaciones del estilo de vida (dieta baja en sal, ejercicio moderado, control del peso), y un tratamiento farmacológico cuando las anteriores medidas no son suficientes permitirán reducir el riesgo de accidentes cerebrovasculares.

Cardiopatía isquémica

La presencia de cardiopatía isquémica como factor de riesgo parece estar relacionada con la existencia de ateroesclerosis generalizada, fenómeno fisiopatólogico que subyace en la mayor parte de los trastornos vasculares en la edad adulta.

Arritmia

Las arritmias cardíacas, especialmente la fibrilación auricular crónica, aumentan entre siete y diecisiete veces el riesgo de padecer un accidente cerebrovascular con respecto a los individuos sanos. La fibrilación auricular de origen no reumático es la causa más frecuente de embolia cerebral en pacientes mayores de sesenta años, siendo una de las primeras causas de mortalidad a mediano y largo plazo. Por esto, ante la presencia de este tipo de arritmias es muy importante considerar el tratamiento preventivo de los embolismos mediante tratamientos anticoagulantes, teniendo siempre en cuenta sus riesgos y beneficios.

Dislipemias

Las dislipemias también son factores de riesgo para la enfermedad cerebrovascular. Su control estricto a cualquier edad mediante una dieta baja en grasas saturadas y un tratamiento farmacológico cuando las medidas dietéticas no controlen los lípidos a niveles aceptables permitirán reducir el riesgo de accidentes cerebrovasculares.

Diabetes

La diabetes mellitus aumenta entre 1.5 y 3 veces la probabilidad de padecer un accidente cerebrovascular, especialmente de origen aterotrombótico, con respecto a la población sana, siendo considerada, adicionalmente, como un factor agravante del cuadro que predispone a las recurrencias y complicaciones en otros órganos y sistemas a medio y largo plazo. Los pacientes diabéticos han de mantener el control metabólico a largo plazo para disminuir el riesgo de patología cerebrovascular. Asimismo, para disminuir el riesgo de desarrollar diabetes en el adulto, es importante controlar el sobrepeso y realizar ejercicio físico.

Tabaquismo

El tabaquismo es un factor de riesgo independiente para el desarrollo de patología cerebrovascular, además de contribuir a otros factores como la cardiopatía isquémica y la aterosclerosis generalizada. Es importante no fumar o abandonar el consumo de tabaco cuanto antes.

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