Más recientemente, el término resiliencia se ha adaptado para su uso en psicología y en ciencias sociales y, en estos ámbitos, se refiere a la entereza o a la capacidad del ser humano para afrontar las adversidades.

Cómo se manifiesta la resiliencia

Se pone de manifiesto la resiliencia en personas que, a pesar de haber sufrido situaciones estresantes, no resultan proporcionalmente afectadas psicológicamente por las mismas. A grandes rasgos se utiliza este término para referirse a personas que mantienen un buen desarrollo, aunque estén expuestas a un elevado riesgo social, que conservan sus habilidades y competencias a pesar del estrés continuo, o que se recuperan satisfactoriamente tras una experiencia traumática. En definitiva, que se adaptan positivamente y pese a la adversidad y el dolor emocional que pueden padecer en determinados momentos, se sobreponen a los mismos, incluso resultando fortalecidas.
La resiliencia es un concepto que ha sido ampliamente estudiado y definido por diferentes autores en el campo de la psicología y la psiquiatría en sus vertientes más amplias y, actualmente, se aborda en concreto desde el campo de la psicología positiva, que se centra en las capacidades, valores y atributos positivos de las personas.

Qué caracteriza a las personas resilientes

Algunas de las situaciones en las que puede ponerse a prueba la resiliencia son: experiencias de abuso o de maltrato, procesos de enfermedad grave o de pérdida de personas significativas, catástrofes naturales o situaciones de privación y pobreza extrema, entre otras.
Hay que hablar de resiliencia, no tanto como de una capacidad en un momento dado, sino como un proceso en el que intervienen muchos factores, tanto de riesgo como resilientes, por ejemplo, factores bioquímicos, fisiológicos, cognitivos, afectivos, biográficos, socioeconómicos, sociales y culturales. Esto significa que, cuando una persona queda expuesta a una situación extrema, en su satisfactoria recuperación influyen las características mismas de la persona, las de su familia, su situación socioeconómica y el apoyo social del que dispone, entre otras. Y es gracias a la interrelación de este conjunto de factores que una persona logra salir reforzada de una situación extrema, aprendiendo a su vez de la misma o habiendo realizado un importante crecimiento personal.

Algunas características habitualmente presentes en las personas resilientes

  • Adecuado conocimiento de uno mismo, de las propias habilidades y limitaciones.
  • Elevado nivel de autoestima y autoconfianza.
  • Alto grado de autonomía personal. Son personas que pueden ocuparse satisfactoriamente de su propia vida, pero a la vez saben aceptar la ayuda de los demás cuando es necesario.
  • Tener objetivos vitales y proyectos significativos para llevar a cabo.
  • Buen equilibrio emocional y saber identificar y canalizar las emociones adecuadamente.
  • Desarrollo cognitivo e intelectual.
  • Capacidad para soportar presión y un alto grado de flexibilidad ante cualquier situación.
  • Mayor sensación de control. Son personas que aceptan las situaciones, diferenciando lo inamovible de lo que puede modificarse y mejorar.

  • Capacidad para afrontar retos de forma positiva y para crear alternativas adecuadas a cada contexto.
  • Perseverancia.
  • Aprender a tolerar la frustración y a lidiar con la incertidumbre.
  • Las personas resilientes poseen la creencia de que toda experiencia, positiva o negativa, lleva a un aprendizaje y a un crecimiento.
  • Saber extraer lo positivo de cada situación.
  • Optimismo y facilidad para el sentido del humor.
  • Capacidad para vivir en el momento presente, para percibir y disfrutar de pequeños detalles y de sentir interés y motivación por el entorno.
  • Buen desarrollo de la sociabilidad. Son personas que poseen una buena red de apoyo social con quienes contrastar las cosas y ampliar o relativizar el foco de visión.
  • Un elevado nivel de empatía.

La resiliencia es un tema de grado y se puede aprender o cultivar, pero requiere entrenamiento. A pesar de que algunos factores que influyen en la capacidad de resiliencia vienen dados de nacimiento o se refieren a experiencias muy tempranas, sobre otros factores sí que se puede incidir con el objetivo de fortalecer esta capacidad para afrontar la vida diaria.
Para ello es necesario valorar el estado base o punto de partida de cada persona; es decir, cuál es la forma en la que una determinada persona tiende a afrontar las situaciones traumáticas o dolorosas. Además de poder reforzar las habilidades necesarias en cada caso en concreto, a grandes rasgos es importante el poder hacer una interpretación o lectura de la realidad, en la cual se pueda dar un sentido a la experiencia y que, a su vez, permita a la persona seguir avanzando.

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LO QUE DEBES SABER…

  • La palabra resiliencia se atribuye a personas que se adaptan positivamente y pese a la adversidad y el dolor emocional que pueden padecer en determinados momentos, se sobreponen a los mismos, incluso resultando fortalecidas.
  • La resiliencia se puede aprender o cultivar, pero requiere entrenamiento. Sobre algunos factores sí que se puede incidir con el objetivo de fortalecer esta capacidad para afrontar la vida diaria.
  • A grandes rasgos es importante poder hacer una interpretación o lectura de la realidad, en la que se pueda dar un sentido a la experiencia y que, a su vez, permita seguir avanzando.