Síndrome de Wanderlust: qué es

Resumen del contenido
Graduada en medicina UPF-UAB.
Máster en medicina estética y anti-envejecimiento COMB-UB.
Licenciada en Comunicación URL.
Hay momentos en los que una ciudad entera se te queda pequeña. La rutina pesa y sientes que el alma te pide aire, movimiento, algo nuevo. Y entonces aparece ese impulso: buscar vuelos baratos, imaginar rutas, armar una mochila solo con lo esencial y desaparecer por un tiempo. A esto —cuando se convierte en algo constante, casi necesario para sentirte bien— se le ha empezado a llamar Síndrome de Wanderlust. No está en los manuales médicos oficiales, pero existe y lo sienten miles de personas en silencio mientras hojean su pasaporte sin parar.
¿Qué es exactamente el “Síndrome de Wanderlust”?
“Wanderlust” es una palabra alemana compuesta por wandern (caminar, viajar) y lust (deseo). Literalmente: “deseo de viajar”. Suena bonito, pero cuando ese deseo se transforma en una necesidad constante – en una especie de escape que nunca se sacia -, puede empezar a interferir con tu vida.
No hablamos de amar viajar (eso está más que bien), sino de no poder estar en paz si no estás planeando la próxima aventura. Es ese vacío que aparece justo después de volver a casa. Esa sensación de “¿y ahora qué?” apenas se cierra la maleta.
¿Qué hay detrás del impulso?
Las razones no siempre son obvias, pero suelen tener un fondo emocional. Algunas personas viajan para escapar. Otras, para encontrarse. Y muchas, sin saberlo, hacen ambas cosas al mismo tiempo.
- Insatisfacción con la vida diaria: a veces el trabajo, la ciudad, incluso las relaciones, dejan de satisfacer. Y viajar se vuelve una vía de escape emocional, como quien necesita salir a respirar.
- Búsqueda de identidad: especialmente cuando somos más jóvenes, viajar se convierte en una forma de descubrir quienes somos. Pero si nunca te detienes, es difícil integrar lo que vas aprendiendo.
- Comparación constante: las redes sociales están llenas de imágenes de gente que “lo dejó todo para recorrer el mundo”. Y claro, es fácil sentir que tu vida es aburrida en comparación. Pero nadie sube fotos de la soledad en un hostal o de quedarse sin dinero en medio de Asia.
- Necesidad de estímulo constante: el cerebro ama la novedad. Cada destino nuevo libera dopamina, y eso puede volverse adictivo. Como quien necesita un nuevo episodio para no enfrentar el silencio.
Un estudio de Journal of Travel Research (Chen & Petrick, 2016) relacionó el deseo frecuente de viajar con rasgos como la apertura a nuevas experiencias y la impulsividad. Rasgos positivos, claro, pero que —sin dirección— pueden hacer difícil echar raíces.
¿Cómo saber si lo estás viviendo?
No hay un test oficial, pero sí algunas señales de que tu amor por los viajes podría estar yéndose de las manos:
- Te sientes inquieto o ansioso si no tienes un viaje planeado.
- Cambias de ciudad o país cada vez que algo en tu vida se vuelve incómodo.
- Sientes que tu vida “normal” no tiene sentido si no estás viajando.
- Gastas más de lo que puedes en escapadas que calman la ansiedad, pero no duran.
- Usas el viaje como una manera de evitar conversaciones, decisiones o emociones difíciles.
Si algo de esto te suena familiar, no es que estés “mal”. Simplemente puede que estés usando los viajes como una forma de evitar mirar hacia adentro.
¿Hay forma de equilibrarlo?
Claro que sí. No se trata de dejar de viajar. Se trata de aprender a hacerlo con intención. De usar el viaje como puente, no como fuga.
Aquí algunos consejos que pueden ayudarte:
- Trae el viaje a tu vida diaria. ¿Qué es lo que más amas de viajar? ¿La curiosidad? ¿La conexión con desconocidos? ¿El arte de improvisar? Intenta recrearlo en tu día a día. Explora tu ciudad, aprende algo nuevo, habla con alguien diferente.
- Cuestiona tus impulsos. Antes de reservar ese vuelo, pregúntate: ¿esto lo quiero o lo necesito para evitar algo? ¿Estoy corriendo hacia algo o huyendo de algo?
- No hagas del viaje una competencia. No necesitas acumular países como si fueran medallas. A veces, quedarse en un lugar y conocerlo a fondo es más transformador que dar la vuelta al mundo sin mirar.
- Practica el “slow travel”. Viajar lento. Con menos prisa, más conexión. Menos selfies, más momentos reales. Así no necesitas tanto, pero lo disfrutas más.
- Haz espacio para lo emocional. A veces el mayor viaje que puedes hacer es hacia dentro. Terapia, escritura, silencio. El mundo puede esperar mientras tú te entiendes.
- No olvides que también se puede construir. Estar en movimiento no está mal. Pero a veces, quedarse también es un acto de valentía. Crear vínculos, proyectos, comunidad… eso también puede ser una aventura.
El “Síndrome de Wanderlust” no es una enfermedad, pero sí puede ser una señal. Una especie de semáforo emocional que te dice: “hay algo dentro que necesita atención”.
Viajar es maravilloso. Te expande, te despierta, te transforma. Pero no puede ser la única forma de sentirte vivo. Si lo es, tal vez haya que hacer una pausa. Mirar hacia adentro. Porque a veces, lo que estamos buscando afuera… ya está aquí. Solo que aún no lo hemos visto.
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Lo que debes saber…
- El «Síndrome de Wanderlust» es un deseo constante de viajar que, cuando se vuelve una necesidad, puede interferir con la vida cotidiana. Aunque no es una enfermedad, puede ser una forma de escapar o buscar algo que falta, como la identidad o la emoción constante.
- Las causas del «Síndrome de Wanderlust» están relacionadas con la insatisfacción con la vida diaria, la búsqueda de identidad, la comparación social y la necesidad de estímulos constantes. Estas razones emocionales pueden llevar a las personas a viajar de manera impulsiva, buscando respuestas o evasión.
- Es posible equilibrar el deseo de viajar aprendiendo a hacerlo con intención y no como una fuga. Se recomienda explorar la ciudad local, cuestionar los impulsos de viajar, practicar el «slow travel», y dedicar tiempo al autoconocimiento y la construcción de vínculos para encontrar satisfacción en la vida diaria.
Bibliografía
- Chen, C.-C., & Petrick, J. F. (2016). The roles of perceived travel benefits, importance, and constraints in predicting travel behavior. Journal of Travel Research, 55(4), 509–522.
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