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La glomerulonefritis, ¿qué es y cómo tratarla?

Un médico sostiene una tablet con la imagen de unos riñones
6 Min de lectura
La glomerulonefritis, inflamación que se produce a nivel del glomérulo, el ovillo de capilares donde se realiza el filtrado de la sangre del riñón
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Dr. David Cañadas Bustos
Especialista en Medicina General de MAPFRE

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¿Qué es?

La glomerulonefritis es una inflamación que se produce a nivel del glomérulo, el ovillo de capilares donde se realiza el filtrado de la sangre que pasa por el riñón, mediada por un proceso inmune. La glomerulonefritis más frecuente en los niños es la postinfecciosa, principalmente la que se da tras una infección por estreptococos a nivel faringoamigdalar o cutáneo, mientras que en los adultos la glomerulonefritis más frecuente es la membranosa.

En función del mecanismo de producción de la alteración glomerular y de si su afectación es aguda o crónica diferenciamos varios tipos de glomerulonefritis:

  • Postinfecciosa
  • Rápidamente progresiva
  • De cambios mínimos
  • Esclerosante y focal
  • Membranosa
  • Mesangial por IgA
  • Mesangiocapilar o membranoproliferativa

¿Cómo se produce?

Existen diversos mecanismos inmunológicos que pueden llegar a desencadenar una glomerulonefritis. A grandes rasgos, se produce bien porque se crean anticuerpos contra partes de la propia estructura del glomérulo que el organismo no reconoce como un tejido propio, bien porque se crean anticuerpos contra unos antígenos concretos y se unen a ellos, produciendo lo que se conoce como inmuncomplejos, que se depositan en el glomérulo y causan un reacción inflamatoria que lo daña, o bien porque se crean anticuerpos contra antígenos que ya se habían depositado en el glomérulo previamente.

Además de los anticuerpos, se ha visto que también las células del sistema inmunológico del organismo, como los neutrófilos, los macrófagos o los linfocitos tipo T, pueden desencadenar este tipo de alteraciones inmunológicas que dañan los glomérulos y causan afectación de la función renal.

Síntomas

Los síntomas variarán en función de cuál sea la glomerulonefritis que se padezca. Los rasgos comunes que las caracterizan es la aparición de síndrome nefrítico (hematuria, proteinuria y descenso de la capacidad de filtrado del glomérulo) o nefrótico (proteinuria, edemas, descenso de las proteínas en sangre y aumento de los lípidos en sangre y orina).

La glomerulonefritis rápidamente progresiva es una afectación aguda que se caracteriza presentar síndrome nefrítico y degenerar hacia una insuficiencia renal en semanas o meses. En un 50% de los casos se acompaña de hemorragias pulmonares, lo que conocemos como el síndrome de Goodpasture. El pronóstico no es muy favorable y suele ser necesario la diálisis o el trasplante renal.

La glomerulonefritis de cambios mínimos es la principal causa de síndrome nefrótico en la infancia. Puede asociarse a linfomas, atopia o al tratamiento con antiinflamatorios no esteroideos (AINE). Un 25% de los niños pueden presentar hematuria microscópica. La mayoría cursan favorablemente, aunque en dos terceras partes de los pacientes los síntomas pueden reaparecer en brotes cuya frecuencia disminuye con la edad.

La glomerulonefritis esclerosante y focal afecta tanto a niños como a adultos jóvenes y se puede ver asociada a otras afectaciones renales, como los daños causados por el consumo de AINE, heroína o nefrectomías parciales. Se presenta como un síndrome nefrótico y puede existir hematuria, hipertensión arterial o insuficiencia renal. Si no se trata evoluciona a una insuficiencia renal crónica.

La glomerulonefritis membranosa es la causa más frecuente de síndrome nefrótico entre los adultos. En ocasiones se asocia a hematuria microscópica. En el 50% de los casos aproximadamente puede producirse una trombosis de la vena renal. La evolución y el pronóstico son variables, desde recuperaciones completas hasta la progresión a una insuficiencia renal.

La glomerulonefritis mesangial por IgA, un tipo de anticuerpos, es propia de adolescentes y adultos jóvenes, sobre todo varones. Se asocia a afectaciones de la mucosa respiratoria o digestiva, así como a la enfermedad de Schönlein-Henoch y a la cirrosis de origen alcohólico. Se caracteriza por una hematuria que se aprecia simple vista en relación con infecciones respiratorias o con el esfuerzo físico. En un 30% de los casos se asocia a hipertensión arterial. En ocasiones hay proteinuria leve y una tercera parte de los pacientes pueden presentar alteración de la función renal.

La glomerulonefritis mesangiocapilar o membranoproliferativa se ve principalmente en pacientes menores de 30 años, pero es poco frecuente. En más de la mitad de los casos aparece síndrome nefrótico y en muchos de ellos se asocia a hematuria, hipertensión arterial e insuficiencia renal; en ocasiones puede existir anemia. Progresa lentamente hacia una insuficiencia renal crónica terminal.

Diagnóstico

El diagnóstico se basa en la sintomatología, la franja de edad del afectado y los hallazgos analíticos de sangre y orina. Un paciente con un síndrome nefrítico hará pensar en una postinfecciosa o una rápidamente progresiva, mientras que la presencia de síndrome nefrótico orientará más hacia una de cambios mínimos (principalmente en niños), una focal y segmentaria, una membranosa (principalmente en adultos) o una membranoproliferativa. La hematuria aislada asociada a infecciones respiratorias o al esfuerzo físico orientará hacia una mesangial por IgA.

En la analítica de sangre y orina se podrá apreciar la proteinuria, a niveles elevados en el caso del síndrome nefrótico, y la hematuria en menor o mayor grado si hay síndrome nefrítico. Se pueden observar cilindros hemáticos en la orina. Se valorará también la función renal gracias a los niveles de urea y creatinina, que estarán más alterados en función del grado de insuficiencia renal.

En caso de duda sobre el tipo de glomerulonefritis que padece el paciente, especialmente en el caso de los adultos, se puede realizar una biopsia renal y será la observación del tejido glomerular en el microscopio óptico y electrónico la que proporcionará el diagnóstico de certeza.

Tratamiento

El enfoque terapéutico variará en función del tipo de glomerulonefritis y de la afectación de la función renal. Siempre que se pueda se tratará la causa primigenia de la glomerulonefritis.

A nivel sintomático se tomarán medidas para el control de los edemas, como la restricción de la ingesta de líquidos y sales, así como el uso de diuréticos y el reposo en los edemas generalizados. En caso de cifras elevadas de tensión arterial se controlará con fármacos antihipertensivos. El aumento de los niveles de grasas en sangre asociados al síndrome nefrótico se controlarán con la dieta y con estatinas en caso que sea necesario.

Al ser común a las diferentes glomerulonefritis la reacción inflamatoria causada por una respuesta inmune, los glucocorticoides se usan con diferentes respuestas para intentar paliar dicha inflamación. En la glomerulonefritis de cambios mínimos la respuesta a los corticoides es muy buena, por lo que es el tratamiento de elección en niños con síndrome nefrótico. En las glomerulonefritis membranosa existe una buena respuesta en la mayoría de los casos. En otros, sin embargo, como en la glomerulonefritis membranoproliferativa o la rápidamente progresiva, la respuesta no es tan eficaz.

En casos que no responden al tratamiento con corticoides deben asociarse fármacos inmunosupresores, principalmente en las glomerulonefritis rápidamente progresivas o en la esclerosante y focal.

En el caso de la glomerulonefritis mesangial por IgA el tratamiento será meramente sintomático, con control de la hematuria y la hipertensión arterial si existe.

El deterioro progresivo de la función renal puede hacer que sea necesario plantearse la diálisis o incluso en trasplante renal. En el caso de las glomerulonefritis rápidamente progresiva y membranoproliferativa, las de peor pronóstico, la afectación puede volver a aparecer tras el trasplante renal en un elevado porcentaje de los pacientes.

Medidas preventivas

No existen demasiadas medidas preventivas para este síndrome, pero siempre es recomendable procurar una ingesta de agua adecuada, de 1,5-2 litros diarios, para favorecer el correcto funcionamiento renal, y mantener una dieta sana y equilibrada, pobre en sal y en grasas.

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Publicado por Dr. David Cañadas Bustos
- 2 Nov, 2021
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