⌚ 3 minutos | En la Valoración Geriátrica Integral es básico analizar las funciones mentales superiores. Éstas las podemos dividir en cognitivas (memoria, raciocinio o juicio, lenguaje y cálculo, habilidades o praxis) y psicológicas, del humor y la conducta.
Para obtener una imagen lo más aproximada posible de las funciones superiores del anciano es aconsejable que se realice una valoración mental con sus dos aspectos de forma conjunta, ya que estados de depresión pueden simular una demencia, y a la inversa. Es el llamado estudio neuropsicológico.
El estudio de las capacidades mentales cognitivas se realiza, además de con el interrogatorio al paciente y sus convivientes, mediante una batería de tests en los que se pone a prueba la memoria inmediata, reciente y lejana, la capacidad de cálculo y de lenguaje hablado, el pensamiento abstracto, la orientación temporal, personal y espacial, si se es capaz de mantener la atención o no y la velocidad de pensamiento. También se estudian la lectura, la escritura y la capacidad de abstracción. Asimismo, se obtienen datos sobre la capacidad de las habilidades (vestirse, uso de objetos de uso cotidiano, etc.).
Dependiendo de cómo y de qué manera estén alteradas estas funciones, se puede saber qué estructuras mentales están afectadas, y esto, junto con los resultados de pruebas complementarias como analíticas y neuroimagen (resonancia magnética, tomografía de emisión de positrones o PET, como más útiles) pueden ayudar a realizar un diagnóstico de demencia, así como orientar sobre qué tipo de demencia podría ser. Sin embargo, es muy importante, más que el resultado de todas estas pruebas en un momento dado, la evolución de estas capacidades a lo largo del tiempo. Hay alteraciones cognitivas causadas por problemas físicos que son reversibles al solucionarse la causa inicial (es el síndrome confusional o delirio), mientras que los problemas cognitivos causados por enfermedades como el Alzheimer, por ejemplo, son irreversibles y lentamente progresivos.
La valoración del estado afectivo se lleva a cabo principalmente mediante la entrevista clínica al paciente y a sus convivientes y allegados. La entrevista psicogeriátrica ha de hacerse en un clima de intimidad y proximidad, sin llegar a implicarse emocionalmente con el paciente. Se ha de tener en cuenta las limitaciones sensoriales del anciano e intentar solventarlas en la medida de lo posible (uso de sus gafas y audífono habituales, vocalizar de forma clara y pausada), dando tiempo para las respuestas. Es importante no realizar preguntas muy dirigidas, sino abiertas, dando espacio al paciente para expresarse. Además del lenguaje verbal (qué se dice y cómo se dice) se da especial importancia al lenguaje no verbal (movimientos, aspecto y expresión corporal, sintonías, expresiones faciales, etc.).
En caso de dudas que no se hayan eliminado con la entrevista psicogeriátrica, o por razones de investigación o documentación (por ejemplo, autorización o seguimiento de la efectividad de fármacos o a nivel legal) se pueden realizar tests y baterías de preguntas diseñadas para patologías concretas, como depresión y ansiedad, que son los problemas psiquiátricos más frecuentes en este grupo de edad.
Sin embargo, tanto los tests para la depresión y la ansiedad como los de valoración cognitiva no han de ser las únicas herramientas para establecer un diagnostico, y se han de tomar como una exploración complementaria más que debe realizarse e interpretarse por personal entrenado; nunca han de sustituir a la entrevista clínica sino que la han de complementar.
Dra. Montse Queralt
Especialista en Medicina de Familia y Geriatría
Médico Consultor de Advance Medical
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