¿Cuál es la tensión normal?

La hipertensión arterial es un estado patológico caracterizado por un aumento mantenido de la tensión arterial por encima de los valores considerados «normales», esto es 140 de sistólica (popularmente 14 de «máxima») y 90 de diastólica (popularmente 9 de «mínima»).

Cada vez que nos toman la tensión arterial nos dan dos cifras: la primera es la tensión arterial sistólica («la máxima» o «la alta») mientras que la segunda es la tensión arterial diastólica («la mínima» o «la baja»). La tensión arterial sistólica y la tensión arterial diastólica no son dos tipos distintos de tensión arterial, sino dos aspectos del mismo proceso.

En general, en un adulto las cifras normales de tensión arterial están por debajo de 140 de sistólica (popularmente 14 de «máxima») y 90 de diastólica (popularmente 9 de «mínima»), es decir, lo normal es tener la tensión en 14 9. Hay que tener en cuenta que a lo largo del día la tensión arterial sufre variaciones que son también normales, aunque generalmente con valores por debajo de 140 y de 90.

Así, un adulto a partir de los 18 años es hipertenso cuando tiene valores de tensión arterial permanentemente elevados por encima de 140 de máxima y/o de 90 de mínima (es suficiente que está elevada una de las dos, o las dos a la vez).

¿Cómo se produce?

En la mayor parte de los individuos hipertensos (90-95%) se desconoce la verdadera causa de la presión arterial alta. Es lo que llamamos hipertensos esenciales. En estos individuos la hipertensión es debida a la acción conjunta de varios factores: herencia, constitución, raza, factores psicológicos, tipo de alimentación y hábitos de vida.

La hipertensión arterial secundaria se da en el 5-10% de los individuos hipertensos. En ellos se encuentra una causa concreta y conocida, como la presencia de tumores renales o tumores de las glándulas productoras de hormonas, un mal funcionamiento del riñón, la toma de ciertos medicamentos, la toma de cocaína, etc.

Síntomas de hipertensión

La hipertensión arterial es un trastorno que habitualmente no da síntomas pero que cuando está presente va dañando progresivamente nuestro organismo hasta causar graves lesiones invalidantes o incluso la muerte, y ello sin previo aviso: embolias y hemorragias cerebrales, angina de pecho, infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal, ceguera, etc.

En algunos casos pueden aparecer síntomas inespecíficos como palpitaciones o dolores de cabeza.

Diagnóstico

El diagnóstico se basará en el conocimiento de los valores de tensión arterial con ayuda del esfingomanómetro. Actualmente disponemos de aparatos automáticos que nos permiten conocer nuestras cifras de tensión arterial de una forma simple, en nuestro propio domicilio y en diversas situaciones.

Sin embargo, es fundamental que se tengan en cuenta algunos aspectos para evitar obtener cifras falsas que puedan dar lugar a tratamientos inapropiados:

  • En la hora previa no haber fumado ni haber tomado alcohol o café.
  • Ambiente tranquilo y sin ruidos.
  • Descanso previo de varios minutos.
  • Situarse en posición de sentado.
  • Colocar el brazo horizontal y a la altura del corazón.
  • Rechazar la primera medida de presión obtenida.

Pero es importante saber que el diagnóstico de hipertensión arterial no debe basarse en una medición aislada ya que las cifras por encima de 140/90 pueden deberse a un motivo banal y transitorio, como un ejercicio físico previo, un estrés emocional pasajero, la toma de alguna sustancia hipertensora como café, una incorrección técnica durante la medición, etc.

Por todo ello el diagnóstico de hipertensión se hace cuando las cifras en al menos dos determinaciones obtenidas de manera adecuada superan los valores de 140/90.

Es fundamental que usted sepa si es o no es hipertenso, porque el tratamiento retrasa y llega a detener la progresión de las complicaciones cardiovasculares asociadas a la hipertensión arterial.

Para ayudar a establecer el diagnóstico en casos de valores altos pero aislados pueden emplearse técnicas complementarias, como es la automedida de la presión arterial (AMPA) efectuada en el domicilio del paciente o la monitorización ambulatoria de la presión arterial durante 24 horas (MAPA).

Una vez se sabe que usted es hipertenso, su médico le podrá realizar otras pruebas que ayuden a descartar una enfermedad que sea responsable de su hipertensión.

Tratamiento

Ante todo deben seguirse los consejos del médico. El médico del individuo hipertenso decidirá qué medidas de tratamiento ha de llevar a la práctica para reducir las cifras de presión arterial.

El objetivo terapéutico en todos los individuos hipertensos es la normalización de la presión arterial, de manera estable y sostenida, al menos a cifras inferiores a 140 de presión sistólica y 90 de diastólica. Pero las cifras a las cuales hay que llegar no deben basarse solamente en el valor aislado de presión arterial, sino también en la presencia de otros factores de riesgo, enfermedades acompañantes como la diabetes, el padecimiento de enfermedades cardiovasculares o renales, etc.

Por eso también, si usted tiene otros factores que aumentan el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular, especialmente la diabetes mellitus, es muy importante hacer el tratamiento de esos otros factores de riesgo y no solo el de la hipertensión arterial.

Tratamiento no farmacológico

El plan de acción pasa siempre por una modificación del estilo de vida. Estas medidas generales se basan en cambiar y eliminar una serie de factores perjudiciales:

  • Abandonar el tabaco.
  • Reducir el peso excesivo.
  • Moderar o suprimir el consumo de alcohol.
  • Reducir el consumo de sal. Esto se consigue disminuyendo la cantidad de sal utilizada en la preparación de sus comidas, evitando los alimentos salados (salazones, jamones, embutidos en general, pan y galletas con sal, patatas fritas, alimentos enlatados, alimentos precocinados), y también quitando el salero de la mesa.
  • Llevar una alimentación baja en grasas de origen animal.
  • Aumentar el consumo de frutas, verduras, legumbres y verduras.
  • Realizar ejercicio físico moderado y aeróbico y hacerlo cada día: subir las escaleras a pie en lugar de usar el ascensor, caminar hasta la parada siguiente del metro o autobús y bajar una parada antes, pasear con un grupo de amigos, ir en bicicleta, nadar…

Se había recomendado con insistencia no tomar bebidas ricas en cafeína (o teína) como el café, el té, los refrescos de cola, etc. por la relación directa entre el consumo de cafeína y la elevación de la presión arterial. Sin embargo, actualmente se acepta que un consumo moderado (1 ó 2 tazas de té o café al día) no suelen alterar las cifras de presión arterial. Sin embargo, hay individuos que pueden tener cifras mayores de tensión arterial cuando consumen estas bebidas, en cuyo caso estas personas sí deberán tomar bebidas descafeinadas.

Tratamiento farmacológico

Si estos cambios no ayudan a controlar la presión arterial en 3 a 6 meses, la enfermedad debe tratarse con medicamentos. Actualmente existen una serie de fármacos antihipertensivos efectivos y bien tolerados:

  • Diuréticos, alfa y beta-bloqueantes.
  • Antagonistas de los canales de calcio.
  • Antagonistas de los receptores de angiotensina tipo 2.
  • Inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina.
  • Inhibidores directos de la renina.

La elección del tratamiento antihipertensivo debe tener en cuenta las características del paciente: enfermedades asociadas, características físicas y hábitos de vida, por ejemplo. Además, muchos pacientes requieren utilizar varios medicamentos para obtener un control tensional adecuado.

Tratamiento de la hipertensión secundaria

En el caso de encontrarse una causa de la hipertensión, el tratamiento deberá ser corregirla, por ejemplo, extirpar quirúrgicamente el tumor si existe un feocromocitoma, o dilatar la arteria renal que esté obstruida.

Medidas preventivas

La mayoría de los individuos que sufren de hipertensión generalmente no presentan síntomas (salvo cuando los niveles de tensión se elevan muy bruscamente) y así la enfermedad puede pasar desapercibida durante muchos años. Por ello, es recomendable acudir cada cierto tiempo al médico para un control de la presión arterial, aunque estemos sanos.

Se recomienda tomar la tensión arterial como medición de rutina, al menos una vez al año a partir de los 35-40 años. Si hay factores de riesgo, propios o familiares (familiares hipertensos, obesidad, diabetes, etc.) este control de la tensión arterial se debe iniciar antes y repetir con más frecuencia.

Conclusiones

La tensión arterial nunca tiene el mismo valor. Varía a lo largo del día. Pero siempre debe estar por debajo de 140 y de 90. Si su tensión arterial está por encima de estos valores, consulte con su médico de Atención Primaria, aunque no tenga síntomas.

La hipertensión arterial esencial no puede ser definitivamente curada. Los hipertensos en los que no se encuentra una causa de su hipertensión son pacientes crónicos y deben seguir el tratamiento y el régimen apropiados durante toda la vida. Pero es importante saber que la normalización de la presión arterial con los tratamientos indicados por su médico disminuirá las consecuencias que esta enfermedad ocasiona sobre su corazón, su cerebro, su retina y su riñón.

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