Se calcula que hasta un 30% de las personas de 65 años o más sufren al menos una caída al año, aumentando al 35% en mayores de 75 años y a más del 50% en mayores de 80 años.  También se puede observar que de aquellas personas que han sufrido una caída dos tercios volverán a sufrir otra caída en el próximo medio año

Las caídas se dan con más frecuencia en lugares cerrados, especialmente en el propio domicilio y son la principal causa de lesiones, incapacidad, institucionalización y muerte entre las personas ancianas.

Consecuencias físicas de las caídas para los mayores

Tras una caída se suelen producir contusiones o heridas que acarrean dolor y, en ocasiones, disfunción de la zona afectada. Los traumatismos cráneo-encefálicos ocurren en el 50% de las caídas y el 10% de ellas pueden ocasionar lesiones graves, como fracturas de huesos, siendo la de cadera la más habitual (principal causa de morbi-mortalidad) seguida de otras fracturas de huesos como la muñeca, húmero y vértebras.

Cuando el paciente anciano sufre una caída, si se encuentra solo, puede ser incapaz de levantarse del suelo. En estos casos, la permanencia en el suelo puede afectar gravemente a la salud del anciano, pudiendo presentar hipotermia, deshidratación, afectación de los músculos o la aparición de úlceras por presión, desarrollo de trombosis y otros cuadros con mal pronóstico.

Consecuencias de las caídas

Tras una caída la persona tiene el doble de riesgo de morir en los dos años siguientes, y se ha analizado que los accidentes son la sexta causa de muerte en mayores de 65 años. Este aumento de la mortalidad se explica por causar un aumento directo e indirecto de la mortalidad en las personas que han sufrido una caída.

  • La edad avanzada
  • Sexo femenino
  • Tiempo de permanencia en el suelo al caer
  • La presencia de pluripatología y polimedicación
  • La coexistencia de deterioro cognitivo.

Consecuencias psicológicas

La principal es el miedo a volver a caer. Este miedo puede ocasionar que la persona disminuya su actividad física permaneciendo largos períodos de tiempo sentado en el sillón o echado en la cama.

Esto, a su vez, provocaría una secuencia de acontecimientos que agravarían su estado funcional en un ciclo de deterioro que ocasiona dificultades a la marcha, debilidad muscular, más inmovilidad, pérdida de la capacidad de realizar las actividades de la vida diaria y más dependencia. Circunstancias que pueden llevar a la necesidad de institucionalización de la persona en un centro residencial geriátrico o sociosanitario.

Consecuencias sociales

Las consecuencias sociales de las caídas en el anciano son de primer orden y pueden iniciarse con una sobreprotección de la persona por parte de su entorno familiar que, con toda la buena intención, hacen que la persona permanezca mucho más tiempo inmóvil, entrando en el ciclo de deterioro físico anteriormente especificado.

Igualmente, a causa de la caída sufrida, la propia persona puede limitar sus contactos sociales por ese miedo a volver a caer, produciendo un aislamiento social que podrá conducir a la persona mayor a un estado de aislamiento social. Esto puede desembocar en un síndrome depresivo y a la aparición de un posible deterioro cognitivo por falta de estímulos que conducirá con mayor velocidad a la discapacidad y la demencia.

Así, ante una persona anciana que ha sufrido una caída es importante considerarlo una señal de alerta importante y un factor de sospecha de fragilidad. Tras una caída en mayores de 65 años, es de primordial importancia analizar las causas, las circunstancias de la caída y permanecer atentos a las consecuencias a corto y a más largo plazo, así como realizar las actuaciones encaminadas a la prevención de nuevas caídas.

 

Lo que debes saber…

  • La persona que ha sufrido una caída desarrolla miedo, a veces muy intenso, a volver a padecer otra caída.
  • Este miedo a caer puede ocasionar que disminuya su actividad física permaneciendo largos períodos de tiempo sentado en el sillón o echado en la cama, provocando una secuencia de acontecimientos que agraven su estado funcional.
  • Igualmente, a causa de la caída sufrida, la propia persona puede limitar sus contactos sociales por ese miedo a volver a caer, produciendo un aislamiento social.